El zinc en el embarazo
Siguiendo con los minerales que forman parte de la dieta y tienen importancia en el embarazo, hoy hablamos del zinc. Este mineral interviene en el metabolismo, en la percepción del gusto y el olfato, estimula la actividad de algunas enzimas, forma parte del sistema inmunológico, ayuda en la cicatrización y regeneración de tejidos, y participa en la síntesis de ADN. Además es fundamental en el funcionamiento del sistema reproductivo y el desarrollo fetal, contribuyendo a su crecimiento.
Durante el embarzo es importante recibir la dosis adecuada de zinc, 15 miligramos al día. Normalmente se obtiene en una dieta variada y equilibrada, aunque en ocasiones es necesario tomar un suplemento, como en el caso de las madres vegetarianas o las que consumen poca carne. Será el médico quien prescriba este suplemento, ya que el exceso de zinc puede causar complicaciones igual que su déficit.
Los alimentos que aportan mayor cantidad de zinc son las carnes rojas, el hígado (no debe tomarse en el embarazo) y en menor medida los pescados y mariscos, los lácteos, huevos, algunas verduras como el tomate, la lechuga o las espinacas y la naranja.
El déficit de zinc puede provocar: disminución del apetito, pérdida de cabello, diarrea, pérdida del gusto y el olfato, mala cicatrización y anemia. Entre las más graves: complicaciones en el parto, bajo peso del bebé al nacer, malformaciones del feto y toxemia gravídica. El exceso de zinc también causa problemas, como decíamos antes, problemas intestinales y parto prematuro sobre todo.
Lo mejor es dejarse aconsejar por el ginecólogo y en caso de consumir poca carne o ninguna, tendremos que informarle para que tome las precauciones necesarias. La automedicación no es aconsejable y puede resultar peligrosa.
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