Viscosos pero sabrosos, insectos en la dieta infantil
Nuestros hijos se enfrentan a un mundo en el que existe una descompensación entre en crecimiento poblacional y los recursos alimenticios. Esto no significa que la tierra no vaya a ser capaz de alimentar a los millones de seres humanos que la habitaremos en unas décadas, sino más bien, que tendremos que adaptarnos, aprovechando mejor los recursos de los que disponemos (a día de hoy aproximadamente el 30% de la producción de alimentos termina en la basura) y también, modificar nuestros gustos culinarios.
En algunos países son un manjar, en otros, como el nuestro, un tabú, pero realmente el consumo de insectos se presenta como una de las mejores alternativas para erradicar el hambre, dar de comer a todos los que vienen detrás de nosotros, respetar el medio ambiente y cuidar de nuestra salud. Ante esta perspectiva ¿por qué no enseñar a nuestros hijos a comerlos?
La propia Organización de Naciones Unidas, a través de un informe publicado por la FAO, alienta al consumo de insectos y para ello, nos proporciona las siguientes razones:
- Son nutritivos, llenos de proteinas y minerales favorables para la salud.
- Son una excelente opción para prevenir la obesidad.
- Su cultivo es sostenible ya que no genera prácticamente emisiones para el medio ambiente, además al no necesitar prácticamente tierras, son una excelente opción para evitar la desforestación.
- Y además, favorecerían el crecimiento económico de las regiones más desfavorecidas.
Ahora bien, está claro que aunque hablemos de las bondades de su consumo, en España todavía no podemos ir al supermercado a comprar escamole (huevas de hormigas conocidas como el caviar mexicano) o a pedir un kilo de gusanos, y mucho menos, conocemos las recetas para dárselos a nuestros hijos. Entonces ¿qué podemos hacer?
La respuesta es sencilla: evitar el tabú. Enseñarle a nuestros hijos que no todos los insectos son asquerosos y que hay algunos que están muy ricos. Educarles en las variedades gastronómicas de los distintos países y si tenemos oportunidad, predicar con el ejemplo. Si algún día encontramos en la carta del restaurante una tapa de saltamontes, pidámosla y que nuestros hijos nos la vean comer sin cara de asco. El primer bocado quizá nos cueste, pero nuestros nietos nos lo agradecerán.
Vía | FAO
Foto| Flickr-María Victoria Rodríguez
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