Tiempo de calidad en la vida familiar: ¿Qué beneficios aporta?

La calidad del tiempo no deja en un segundo plano el valor de la cantidad de momentos compartidos en familia. Sin embargo, no todos los instantes vividos con los niños, o en cualquier otro ámbito de la vida, tienen el mismo significado. Los instantes de calidad son aquellos que dejan huella desde el punto de vista subjetivo. Es decir, son aquellos espacios que se invierten en un objetivo importante, aunque sea a través de un plan cotidiano. En sentido estricto, cualquier segundo, minuto u hora es un verdadero regalo.

En consecuencia, la calidad es inherente al tiempo en sí mismo. Sin embargo, la medida del tiempo en familia, más allá de la duración objetiva de un rato de lectura, un espacio de juegos o un viaje de fin de semana, también está en conexión con la percepción. Es decir, con las sensaciones, el aprendizaje, el recuerdo y el bienestar que ha aportado un contexto.

La calidad del tiempo se busca de forma consciente (aunque el proceso puede ser complejo)

La calidad del tiempo, como decimos, no deja en un segundo plano la importancia de la cantidad que remite a la frecuencia. Sin embargo, adquiere un valor añadido en la rutina puesto que puede convertirse en un ingrediente que los padres buscan de forma intencional, más allá de ocupaciones y dificultades en la gestión del tiempo, para estar con sus hijos y conectar con ellos emocionalmente. Es decir, la calidad de tiempo no solo depende del reloj, sino de la propia disposición para estar atento al presente.

¿Qué beneficios aporta la calidad del tiempo en el vínculo entre padres e hijos? El tiempo de calidad es una aspiración continua, una meta hacia la que orientar decisiones importantes en el proyecto de vida familiar y en la educación de los niños. Es un concepto clave para clarificar contradicciones, prioridades y dudas. Porque la expectativa teórica y la vivencia práctica de la propia vida en familia no siempre están en sintonía.

Cuando padres e hijos disfrutan de momentos de calidad, y además comparten esos espacios de forma frecuente, fortalecen su vínculo afectivo, se acompañan y se conocen. También alimentan el sentido del humor, la diversión y la resiliencia. Porque esos instantes aportan un recuerdo agradable que constituye un apoyo a nivel emocional.

El tiempo de calidad no debe contextualizarse, únicamente, en vacaciones

El tiempo de calidad no solo adquiere un valor importante en el vínculo con los hijos, sino en otras relaciones personales. Sin embargo, la percepción del mismo es más visible al enmarcarse durante la infancia: uno de los periodos más decisivos de la vida.

Un periodo que, por otra parte, no vuelve una vez que esos años han quedado atrás. Pasar más tiempo de calidad en familia es un objetivo muy humano, un deseo sincero del corazón que acompaña a muchos padres y madres. Sin embargo, la realidad de la propia vida también plantea sus propias limitaciones y dificultades en la existencia práctica. Por ello, siempre surgen fechas en las que nace el deseo de hacer balance. Y el Día de la Madre puede representar una invitación para la introspección, la reflexión y la búsqueda del bien común en el hogar.

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