Es a partir de los cuatro a seis meses cuando ya podemos empezar a introducir en la dieta de nuestro bebé los purés. Primero los de fruta para luego ir incluyendo verduras, carnes blancas, pescado y, más adelante, las legumbres.
En los foros de mamás es habitual encontrar participantes que preguntan acerca de la sal en la comida del bebé. Se cuestionan cuando puede introducirse o porque no deben tomarla. Aunque es un tema del que ya hemos hablado, viendo algunas respuestas no está de más insistir un poco. Los bebés no deben tomar sal, no la necesitan y puede hacerles daño.
Uno de los primeros alimentos que se introducen en la dieta del bebé a fin de ir variando y completando su alimentación es la verdura. Afortunadamente la suelen acoger con bastante aceptación aunque, para nuestra desgracia, empiecen más tarde a rechazarla casi de forma sistemática. Menos mal que siempre buscaremos mil y un truco para que, al final, acabe formando parte de su menú diario e, incluso, le apetezca encontrarse con ella en el plato.
La cocina, ese territorio monótono, obligado y cansado que toda ama de casa desea perder de vista durante una temporada, puede ser para nuestros niños un lugar enigmático y fabuloso donde dejar volar su imaginación en alas de platos divertidos y llenos de color. Ya hemos hablado, en otras ocasiones, de como aprovechar esos momentos en los que nos encontramos entre fogones para explicar a nuestros niños las virtudes y beneficios de los alimentos, así como entretenerlos dejando que nos ayuden en tareas culinarias sencillas y que les van a reportar muchas satisfacciones, mucho antes de que llegue a su estómago.
Cuando nuestro peque empieza a comer otras cositas que no son los típicos purés, muchas veces nos volvemos locos pensando en qué hacerle de comida. Algo que pueda comer, que sea nutritivo, que le guste y que no le suponga mucho trabajo para masticar dado que, es posible, aún no tenga muchos dientes (a cada niño le salen a su tiempo).
Una de las mayores preocupaciones con las que nos encontramos sobre la alimentación de nuestro bebé es el momento de pasar a la cuchara. Principalmente es porque nuestro pequeño no siempre acepta de buen grado este nuevo elemento que viene a compaginar su dieta con el cálido pecho de mamá o su controlado biberón, cualquier cambio, y van a ser muchos a lo largo del primer año, viene seguido de ciertas dificultades que debemos solucionar como la naturaleza o la imaginación nos de a entender.
Ya sabemos lo complicado que puede resultar en ocasiones variar los purés que toman nuestros bebés cuando aún son la base principal de su alimentación y aún no están preparados para comer alimentos sólidos. Es importante mezclar diferentes verduras con la carne y el pescado. Sin embargo, a veces nos limitamos a lo de siempre y no probamos sabores nuevos.
Es a partir de los 6 meses cuando, por regla general, se producen los cambios más importantes dentro de la alimentación de nuestro bebé. Aunque dos meses antes ya hayamos introducido la papilla de cereales o de frutas para acompañar a sus ingestas de leche, es ahora cuando se puede afirmar que se inicia la verdadera tarea de aprender a comer. Encontrar sabores nuevos y experimentar con texturas diferentes es uno de los retos a los que los niños deben enfrentarse.
Aunque lo ideal para el bebé sea la comida casera, las papillas hechas en casa, en ocasiones casi todas hemos recurrido a los potitos. Normalmente la decisión de cual comprar depende de los gustos del pequeño, probamos diferentes marcas hasta que encontramos la que mejor comen, aunque algunos se quedan enteros con el consiguiente gasto inútil.