Hoy 30 de enero se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Paz. Así que no es extraño que en los centros escolares se realicen distintas actividades que inviten a los niños a la reflexión sobre esta necesaria, y siempre urgente, situación. Pero para que todo no resulte tan serio y pensando en que para los niños es necesario unir el pensamiento a la diversión, las actividades, siempre lúdicas, están llenas de encanto, risas y mucha imaginación.
Son muchas las actividades de ocio que se ofrecen a los niños a lo largo de estas fiestas. La Navidad es un momento maravilloso para seguir apostando por la ilusión, la magia y la alegría compartida en familia. Por eso es importante que les ofrezcamos actividades que vayan en consonancia con estos días para que, al mismo tiempo que se divierten, también disfruten de este halo de emoción y tradición que se respira.
Hablar de literatura infantil escrita en castellano y no remitirnos a la gran obra literaria de Juan Ramón Jiménez es casi un sacrilegio. "Platero y yo" se ha convertido en uno de los libros de cabecera eternos para los niños actuales, pero también para aquellos adultos que no han querido perder esa chispa de inocencia y alegría que acompaña a la infancia. Es, por lo tanto, como ese tesoro lírico que nos acompaña a lo largo de nuestro crecimiento para seguir rememorando y celebrando la alegría de vivir.
A mí siempre me ha gustado escribir. Dejar que las palabras alborotaran sobre mi cabeza, hicieran piruetas, se enredaran en mis manos, y fluyeran sobre el papel en blanco con absoluta naturalidad y sentimiento. Siempre he escrito sobre todo lo que me rodeaba, pero sabía que en el momento en que fuera madre, mi motivo de inspiración había nacido a la par que con mi bebé, y efectivamente, en el momento abrió sus ojos Alma, incluso antes de que yo se los viera, había sido creada esa fuente inagotable de la que manan las palabras más sinceras.
Casi como de una forma milagrosa hemos cambiado de estación y ya nos vamos dejando los días soleados a un lado del calendario. Si el sol brillaba con toda intensidad, ahora los días de lluvia, de viento y grises se apoderan de nuestro paisaje. Los árboles van perdiendo sus hojas, que acaban alfombrando las calles y avenidas de bonitos tonos ocres y marrones. A pesar de que este paisaje resulta menos propicio para la diversión, también tiene su encanto.
El verano es una de las épocas del año favoritas de los niños. Además de ser el momento en el que disfrutamos de las vacaciones, también está lleno de elementos característicos que lo convierten en muy especial. Uno de esos elementos es el sonido de la cigarra. ¿Quién no se ha dejado adormecer, una tarde de agosto, con el sonido de este insecto que parece que nos está recordando las altas temperaturas?
Las vacaciones pueden ser un buen momento para que los niños aprendan cosas nuevas. Una de ellas, y que les suele traer grandes satisfacciones, es aprender poemas. Gracias a su ritmo y musicalidad, la poesía consigue una conexión muy especial con los niños, haciendo que se sientan muy cómodos mientras las recitan.
Más allá de la poesía creada por un autor, a la que se le ha dedicado arte, tiempo y cariño, existen las rimas populares, aquellas que, como los cuentos anónimos, se han ido transmitiendo de generación en generación a través de los juegos infantiles. Son esas pequeñas obras literarias llenas de candor que repetimos, una y otra vez, a menudo sin saber muy bien de dónde vienen.
Leer poesía con los niños puede ser una buena diversión para esos ratos en los que no saben muy bien qué hacer, y en verano, con las largas vacaciones escolares, son muchos esos ratos en los que el aburrimiento cae como una presa feroz sobre su ánimo. Es cierto que es aconsejable que los niños, también, se aburran, pero sin que lleguen al hastío total. Pequeñas actividades como alguna manualidad, una bonita lectura o aprenderse una canción pueden ser estupendas para seguir demostrando sus capacidades creativas.