Ya hemos dicho en otras ocasiones que la poesía infantil no es sólo privativa de unos cuantos autores que, en su momento, decidieron dedicarse en exclusividad a este género y a este público. Todos los poetas, en alguna ocasión, han expresado sus sentimientos o contado sus historias con los ojos y la voz de aquel niño que un día fueron y que todavía vive dentro de sí en toda su plenitud. Es inevitable que al dejar escapar las alas de la creatividad, esa parte de inocencia y esperanza sin límites con la que sueñan los niños, se vea invadida y recreada en la obra literaria. Y los poetas, por muy transcendentales que parezcan, no se escapan de esta mágica fusión.
Uno de los poetas que supo combinar a la perfección su poesía para adultos con la producción para niños fue el granadino Federico García Lorca. De él ya hemos conocido composiciones tan hermosas, divertidas y mágicas como "El lagarto está llorando", "Canción Tonta" o distintos versos que nos hablaban del otoño. Y es que el poeta, dejándose llevar en alas de una creatividad ilimitada, consigue crear con la varita mágica de las palabras, todo un mundo de sensaciones poéticas que van más allá del propio sentido del texto.
Una de las vivencias más maravillosas y especiales que puede vivir toda mujer es la de la maternidad. Siempre que sea buscado, esperado y deseado, el embarazo es un don precioso del que disfrutar plenamente durante los nueve meses en los que, como un bendito receptáculo, acogemos en nuestro vientre a ese nuevo ser que ha elegido la vida para seguir demostrando que la esperanza humana continúa.
Hace unos días hablábamos de las dificultades que presentan algunos niños al enfrentarse con la vuelta al colegio. Una buena forma de animarles a seguir con su camino de estudio y que se adapten a la inevitable rutina sin mayor problema, es ofreciéndoles, por nuestra parte, actitudes positivas que le animen al reencuentro con su labor estudiantil. Conseguir que dejen de ver su trabajo en el colegio como una pesada carga es, también, tarea nuestra que podemos endulzarla con pequeñas gotas de imaginación y fantasía.
La gran mayoría de los grandes autores consagrados por la literatura y, sobre todo, aquellos que han dedicado su producción y sus escritos a la poesía, guardan un apartado muy especial para las composiciones infantiles. Puesto que ya sabemos de la afinidad que existe entre la poesía y el mundo infantil, los autores no han escatimado esfuerzo ni talento para acercarse a aquellos que, de algún modo, representan un público fiel y lleno de esperanza para la literatura futura. Un niño que, tempranamente, se acerca al mundo de los libros va a ser, además de un ávido lector, una persona mucho más preparada para los envites de la vida.
Cuando nace un nieto, en especial si es el primero, la alegría te desborda. La sensación de un bebé en la familia supone una serie de emociones que embarga a los abuelos, les cambia la vida. Al igual que un hijo supone un giro importante en la manera de ver la vida y de los valores a seguir, como ya contamos, la llegada de un nieto a la vida de los abuelos significa otro cambio de actitud frente a todo.
Uno de los temores mayores a los que nos enfrentamos con respecto a los hijos es el de la pérdida, la distancia o la lejanía. Del mismo modo que durante nueve meses los tenemos conviviendo en nuestro vientre, formando parte de nosotras mismas, siendo un ser dependiente de nuestros gestos e, incluso, de nuestras emociones, quisieramos que la misma naturaleza creara un universo íntimo donde sólo convivir abrazados a nuestro hijo como un solo cuerpo.
Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, o como todos la conocemos, Gabriela Mistral, es una de las poetisas más prolíficas en cuanto a poemas dedicados a la infancia. Versos que hablan desde la entrega y el amor, canciones de cuna serenas cuya música es toda una alabanza a la propia niñez son la clave para crear la atmósfera propicia donde madre e hijo se entregan al cariño ilimitado de la propia vida.
Desde bien pequeños nuestros niños aprenden a distinguir nuestras indicaciones o conversaciones a partir del tono con el que nos expresamos. De este modo no es lo mismo cuando le reprendemos que si le estamos dedicando el mejor de los piropos. Nuestra voz cambia, se adulza o endurece según el fin que queramos expresar, aun sin conocer el significado de las palabras nuestro bebé va a tener una reacción inmediata, así llorará ante nuestro enfado o reirá a carcajadas con nuestras palabras de cariño.