Muchos pequeños tienen pie plano, un problema que debe ser tratado para mejorar la postura y otras consecuencias en la salud de los niños. Hoy te contaremos todo lo que debes saber acerca de este problema.
Todo en la vida de nuestro bebé se transforma de modo muy rápido durante los primeros años de su vida. De empezar siendo apenas una lentejita en nuestro útero, hasta que consigue ser autónomo, se van sucediendo cambios constantes que nos hacen ver como los seres humanos estamos siempre en plena evolución y que debemos estar ojo avizor para intentar solucionar, sobre la marcha, los posibles problemas que puedan presentarse.
En los países desarrollados la mujer embarazada tiene un seguimiento continuo así como una asistencia garantizada en el momento de dar a luz. Incluso aunque su bebé quiera adelantarse en el nacimiento y su maduración física no sea del todo completa, sí existe todo un grupo de especialistas que van a estar, junto con los medios necesarios, pendientes de que todo evolucione como es debido, consiguiendo que sobreviva, generalmente, sin ningún tipo de secuelas. Pero por desgracia esto no siempre es así en todos los rincones del mundo.
No hay tablas en las que se relacione el tamaño del pie de nuestro hijo con las distintas alturas y pesos. El pie de cada uno de los pequeños cuentan con diferentes características, las mismas se encuentran determinadas por sus propios genes. Lo mejor, por ende, es que el niño llevara puesto un calzado confeccionado a medida. Pero como sabemos eso es casi imposible, entonces no nos queda otra que adaptarnos a los números estándares.
Como cada cambio de temporada, hay que reponer los zapatos de los más pequeños porque los del año pasado es imposible calzarlos. Por eso, es el momento de acudir a la zapatería y buscar aquellos modelos que más se adecúan a las necesidades de tu hijo. Ya Belén nos ofreció una serie de consejos a tener en cuenta a la hora de elegir el calzado más adecuado según la edad del pequeño.
Muchos niños permanecen con el pie plano, pero hoy día es sabido que este no es un impedimento para caminar y correr con normalidad y en muy pocos casos es necesario recurrir al tratamiento ortopédico; por este motivo es necesario acudir con frecuencia al pediatra, para que remita al niño al especialista a tiempo, en caso de necesitarlo, o informar a los padres si la anomalía se corregirá por sí misma.
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