Son muchos los museos que sin dejar de perder su rigor histórico o cultural, han abierto sus puertas a un nuevo público, adaptándose a sus necesidades y convirtiendo su espacio en un lugar común en el que la diversión y el conocimiento se adaptan a la perfección. Es así como estos grandes templos del saber se han convertido, también, en espacios únicos y maravillosos donde los niños pueden disfrutar de un ocio distinto.
Los museos han dejado de ser esos espacios obsoletos y sólo aptos para eruditos, para convertirse en lugares amplios donde todo tipo de público encuentra su motivación. Lugares en los que el conocimiento, la belleza y también el juego, encuentran el momento perfecto para hacerse realidad.
Cuenca es una de las ciudades más bonitas de España y se encuentra en la Comunidad de Castilla-La Mancha. Pasear por sus calles, disfrutar de sus curiosas edificaciones y de su maravilloso y majestuoso entorno natural es uno de esos placeres que no debemos dejar pasar. Cada rincón, cada esquina de la ciudad guarda vestigios de nuestro pasado, una historia llena de encanto que podemos compartir en familia.
Ciertas ocupaciones pueden parecernos muy elitistas o sólo adecuadas para algunos expertos y estudiosos. Quizás por ello no empujamos a nuestros niños a que se dediquen a ello, pareciéndonos inalcanzables para la mayoría de los mortales. Estos suele ocurrir, especialmente, con el mundo de la ciencias, materia que nos parece sólo apta para grandes cerebros, olvidando que el juego forma parte del mundo científico.
Llevar a los niños a un museo de cera es siempre una de las opciones más seguras para que se sorprendan y diviertan. Pero también es cierto que, según así sea el museo y el cuidado que han tenido al elegir a los artistas creadores, así se lo pasaran los niños. No vamos a olvidar que ellos, los pequeños, con los críticos más voraces para aquello que les impacta o no, así que lo mejor será elegir uno que presente gran calidad.
Es importante que si queremos visitar un museo con los niños sepamos elegir bien. Tanto la temática como las actividades que ofrecen, pueden resultar tediosas o aburridas a la vista de nuestro pequeño, así que mucho mejor si conseguimos que tenga espacios dedicados a los niños o puedan realizar talleres o juegos con los que divertirse, al mismo tiempo que aprenden conceptos nuevos sobre arte, historia o ciencia, entre otras muchas materias.
Si estamos pensando en llevar a los niños a un museo de arte quizás nos lo tengamos que pensar dos veces. A no ser que exprese un temprano deseo por disfrutar de las obras de arte, pinturas o esculturas, es muy probable que se aburra y quiera que nos vayamos pronto. Eso si no se trata de un museo dedicado, en exclusiva, al arte infantil. ¿Te imaginas que podamos disfrutar de las mejores creaciones de nuestros niños?
Ir de visita con los niños a un museo puede ser divertido o, por el contrario, una pesadilla. Por eso es importante que elijamos bien la temática que les vamos a mostrar y si existen actividades acordes con sus gustos y edades. Incluso aquellos que parecen más aburridos o tediosos, han sido capaces de adaptarse al gusto infantil para ofrecernos un paraíso perfecto en el que se unen la diversión y el conocimiento.
Si estás de viaje por tierras desconocidas, lo más probable es que te apetezca descubrir nuevas sensaciones, emociones y conocimientos. Los museos se convierten, entonces, en los grandes contenedores de la sabiduría y, en muchos casos, la sorpresa. Pero estos planes no siempre son del agrado de los niños, al menos que contengan material interesante.
Ya hemos visto como son muchos los museos que se han ido renovando y ampliando para ofrecer actividades y nuevas emociones para todo tipo de públicos. De este modo conseguimos que también los niños se sientan atraídos por estos enormes edificios, templo de arte y sabiduría, que han dejado de ser exclusivos para los estudiosos y eruditos.
¿Tu bebe necesita un andador? Te damos algunos consejos 
Campamentos de surf para niños en Galicia durante el verano 
Depresión postparto: factores de riesgo, síntomas y cómo prevenirla