Así, como sin darnos cuenta hemos entrado en otra estación. Los días se acortan, el sol va abandonando su posición asfixiante y las avenidas se llenan de ríos de hojas secas que crujen bajo nuestras pisadas. El paisaje se llena con otras tonalidades ofreciéndonos unos tintes cercanos a la melancolía y al reposo. Quizás por eso el otoño es la época preferida para el recogimiento y la creación artística.
La poesía para niños sigue siendo una de las formas más hermosas para educar en la emoción, en el sentimiento y en el amor hacia el arte. Por eso hoy os queremos dejar otro poema de esos que los niños entienden sin analizar, comprenden sin buscarle sentidos ocultos y aceptan su musicalidad con la naturaleza propia y la pureza de la infancia.
Un poema para una tarde de sábado, para una tarde atemporal, acompañada o solitaria, finita en la eternidad de nuestra labor paternal. Un poema de esos que intentamos compartir con nuestros niños, recitando en voz baja, con la vista posada en el cielo mientras descansamos en la playa, en la piscina o en lo más relajado de la montaña.
Y volvemos, de nuevo, con un poema de nuestra poetisa más conocida en cuanto a su dedicación a los versos infantiles. Gloria Fuertes, de la que ya hemos hablado en otras ocasiones, nos trae recuerdos que creíamos olvidados, palabras que, siendo unos tiernos infantes nos acompañaron durante la etapa de crecimiento.
Que Federico García Lorca es uno de nuestros más grandes poetas, ya no hay quien lo dude. Además de poseer el don de la poesía, la magia del duende y el tesón y la habilidad innata de saber combinar a la perfección, letras y alma, tiene el espíritu imperecedero de la infancia, la eterna juventud de unos versos que, por muchas generaciones que pasen, siguen gustando a los más pequeños con la misma frescura que entonces.
No es muy habitual que un bebé escuche música de Aerosmith o AC/DC, tampoco hay muchos aficionados a Oasis o Depeche Mode. Pensamos que no es música adecuada para ellos y que las opciones son la clásica o la infantil. Imaginarium ha versionado las canciones de estos grupos y unos 20 más, adaptándolas con los sonidos más convenientes para los bebés.
¿Quién no recuerda aquellos corros gigantes que formábamos en la plaza del pueblo, en el patio del colegio o en cualquier parque?... A poco que estuvieran juntos cuatro niños durante diez minutos ya surgía la feliz idea de dar vueltas, cogidos de la mano, a fin de ir aprendiendo las letras del alfabeto. ¿Qué os parece si hoy volvemos a recordarla?... A nuestros niños les encantará.
A veces tendemos a imaginar que hay ciertos poetas que sólo han compuesto versos para los adultos. Es cierto que, durante su larga trayectoria de creación literaria, pueden decantarse por elegir uno u otro tipo de lectores, pero si somos capaces de buscar con tesón, con cariño y, sobre todo, con placer, podemos encontrar poemas que, seguro, van a ser la delicia de nuestros pequeños.
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