Aunque haya quien se empeñe en subrayar que la mayoría de los partos se producen de forma natural esto no es del todo cierto. Ya que de serlo sería mucha casualidad que los paritarios estuvieran mucho más vacíos los fines de semana. Como si los peques lo supieran y decidieran darle un respiro a sus padres y a los médicos, matronas y demás.
Se siguen practicando más cesáreas de las realmente necesarias, una intervención que podría acarrear problemas tanto a la madre como al neonato. Operaciones que se realizan con más frecuencia en los países desarrollados, quizá porque se hace un parto más fácil o porque dura menos pero más allá de las justificadas hay muchas que se debería evitar.
Hay mujeres que piden al ginecólogo que les induzca el parto en una fecha determinada. Los motivos son personales de cada una, pero en muchos casos tiene que ver con la estética y en otros con la paciencia o la falta de ella. Hablamos de inducciones sin motivos médicos. En Estados Unidos esta opción la toman entre el 10 y el 15 por ciento de las embarazadas.
Hemos comentado en varias ocasiones que la fecha prevista de parto, se calcula a las 40 semanas después del primer día de la última regla. Esta fecha puede ser corregida por el ginecólogo al comprobar el tamaño del bebé en las ecografías o el del útero con un exámen pélvico. Un embarazo llega a término cuando supera la semana 37. Entre ésta y la 42 se considera periodo normal. Pero a veces, un 5 por ciento de los embarazos, la madre supera las 42 semanas sin ponerse de parto. Es lo que se considera un embarazo cronológicamente prolongado o embarazo postérmino.