Cada niño lleva su proceso y su forma de ver y aceptar el mundo que le rodea. El aprendizaje es un proceso personal que, de forma individual, se adapta a nuestra vida de una manera paulatina y siempre dependiendo de nuestras capacidades y, sobre todo, nuestro interés. Pero también resulta inevitable aquello de la comparación obsesiva, especialmente cuando somos madres por primera vez: "Ramón, que tiene su misma edad ya pronuncia su nombre con total claridad; o Jorge, con el que se lleva días, pide el agua y el pan de forma clara. Mi niño no dice ni "mú", ¿tendrá algún problema?", estas son algunas de las preocupaciones que rodean a los padres que ven que a sus niños les interesa poco aquello de expresarse verbalmente. Pero ¿cuándo debemos preocuparnos?
Hablar a nuestro bebé mientras todavía está en el vientre materno es una estupenda idea que ya hemos comprobado suele reportar innumerables beneficios. Escuchar nuestra voz le da tranquilidad, le ayuda a serenarse y también empieza a reconocernos más allá de su mundo interior. Pero ¿qué pasaría si además descubrimos que, a través de nuestras palabras, está iniciando su aprendizaje lingüístico?
Continuando con el tema de la mentira infantil, recordemos que los padres deben estar atentos a diferenciar los momentos en que la mentira hace parte de una broma o un juego, y cuándo estas afirmaciones son producto de inseguridades o confusiones secretas que los niños se han guardado; cierto es que mentir es signo de poseer una gran imaginación y habilidades para crear y componer, pero esta no es razón para dejar pasar las mentiras, sin conversar con los pequeños y conocer sus razones para mentir.
La mentira en los niños pequeños, tiene un significado y un mecanismo diferente, al de los niños en la etapa de la pubertad, los adolescentes y los adultos. Las primeras muestras de mentira, se dan a muy temprana edad y a manera de juego; basta con ponerle en frente al niño un juguete u objeto llamativo, fingir que no los estamos viendo para que lo tome y luego preguntarle si lo ha tomado: seguramente dirá que no.
Existen muchos motivos que llevan a la mujer a querer tener más de un hijo. Estas pueden ir desde una necesidad de autorrealizarse como madre, sellar el amor en su pareja, darle un hermanito a sus otros hijos o darle otro hijo a su marido. Como contrapartida algunos hombres siente que su mujer ya estuvo demasiado ocupada en criar chicos y quiere tenerla más tiempo para él.
Los bebés son un libro en blanco que se va escribiendo desde el momento en que nacen. Nosotros como padres somos los principales responsables de las primeras páginas de ese libro. Y, deberíamos preocuparnos tanto del contenido como de las formas. Es decir, a la vez que le vamos enseñando a caminar por la vida, debemos enseñarle a hacerlo correctamente.
Isa nos ha hecho llegar este divertidísimo vídeo. Una pequeñina que yo calculo que rondará el añito, le echa una charla a sus papás durante más de un minuto. Yo no soy capaz de entenderla, y creo que sus padres tampoco. La madre comenta algo así como que está fingiendo que dice palabras y el padre que menos mal que la han pillado en un buen día.
Cuando los chicos empiezan a hablar se suele generar ansiedad en los padres. Se está a la expectativa de los primeros balbuceos y las primeras palabras, pero la adquisición del lenguaje es un aprendizaje que demora su tiempo.