A los niños les encanta el agua, y cuando son bebés mucho más. Será que todavía recuerdan su época en el vientre materno, cuando solían hacer cabriolas en el reconfortante líquido amniótico. Por eso en verano es el momento ideal para que los peques disfruten del entorno acuático. Un baño en la piscina, además de mantenerlo fresquito, también le ayuda a divertirse y estrechar los lazos con los padres. Pero la piscina también puede ser una trampa muy peligrosa.