Lucca y su hermana Aviaja son dos de los nueve niños nacidos en el mundo tras un trasplante de tejido ovárico. Su madre tuvo que someterse a un tratamiento contra el cáncer. Para preservar su fertilidad se le extirpó un ovario que fue criopreservado y que se le volvió a implantar ocho meses después, tras superar la enfermedad. Hasta aquí, como hemos dicho, es un caso entre otros siete en el mundo, dos de ellos en España. Pero Lucca es una excepción.
Un estudio realizado en Japón parece indicar que, si bien los bebés concebidos por fertilización in vitro no tienen mayor riesgo de malformaciones ni de nacer con bajo peso, sus madres serían más propensas a desarrollar placenta previa.
Según un estudio publicado en The British Medical Journal, tumbarse boca arriba durante 15 minutos tras la inseminación artificial podría aumentar las posibilidades de conseguir un embarazo. Los autores defienden que la posición favorecería el ascenso del esperma por el útero. Por el contrario si la mujer se pone de pie la gravedad actuará en contra.
El pasado viernes, en Ohio, una mujer dió a luz a un bebé que no era suyo. No se trata de una madre de alquiler, sino de un lamentable error en una clínica de fertilidad. Según ha contado la pareja, a primeros de febrero se le implantó un embrión a Carolyn, la mujer. A los diez días les llamó el doctor para confirmarles el embarazo pero con la tremenda noticia de que se habían confundido y el embrión implantado pertenecía a otra pareja.