A veces sentimos que la vida nos desborda, bien por exigencias propias o por situaciones externas, hay momentos en los que nos sentimos naufragando en un mar de angustias que, en algunos casos, incluso, pueden resultarnos hasta inexplicables. Pero lo cierto es que, aunque no haya un motivo concreto, si no la suma de muchos, el estrés ha llegado a formar parte de nuestro día a día como si se tratara de una excelente ventaja de vivir.
Lo acaban de publicar los expertos en un estudio realizado con ratas de laboratorio. Aquellos padres que durante su adolescencia y juventud padecieron estrés o importantes ingestas de alcohol y drogas, o problemas en su dieta, pueden transmitir problemas de comportamiento, e incluso, legar un estado de estrés crónico a sus hijos.
El estrés y el embarazo no son dos términos que a priori puedan tener ningún tipo de relación beneficiosa. Según investigaciones y estudios, que la madre padezca estrés mientras se está gestando su hijo, puede traer consecuencias, siempre relacionadas con la salud, tanto física como emocional, no demasiado alentadoras. Pero, como suele pasarnos últimamente con bastante frecuencia, a un informe de investigación, le sigo otro que solapa el primero y, antes de asimilarlo, ya aparece un tercero que acaba con todas las teorías anteriores en un santiamén.
La placenta nos puede mostrar síntomas del estrés materno, además de trasmitirle al feto cualquier tipo de estrés. No debemos olvidar que la placenta no solo le brinda al feto los nutrientes y el oxígeno que necesitan para su crecimiento.
A pesar de la crisis que debemos atravesar, año a año más de 15 mil pequeños nacen en el país gracias a las técnicas de reproducción asistida. Los datos fueron recavados por la Unidad de Reproducción Asistida de Sanitas Hospitales. Tanto durante la primavera como en el otoño es cuando más cantidad de consultas se realizan.
Ser madre va más allá del tiempo puesto que la maternidad remite a la naturaleza femenina, sin embargo, la maternidad también se ve influida por el entorno. Por ello, la sociedad moderna marca la necesidad de adaptación. En primer lugar, merece la pena hacer autocrítica: Tenemos más tecnologías que nos hacen estar conectados todo el tiempo con la información. ¿Pero de verdad estamos mejor comunicados? La decisión de entrar en el círculo de la tecnología es personal, es decir, tanto que incluso, todavía existen personas que de una forma consciente prefieren no tener televisión en casa para poder dedicar ese tiempo a otro tipo de actividades y para favorecer el diálogo en la familia.
En ocasiones, por diferentes razones, podemos sentirnos dominados por un marcado mal humor, lo que nos puede generar sentimientos de impotencia y bronca. Lo importante es que, por más desbordados que estemos, no debemos descargar el mal humor sobre los niños. Sé que en situaciones extremas puede ser difícil, pero debemos intentarlo.
Quien más y quien menos hace malabares con el presupuesto para cubrir las necesidades de los niños y, ¿porqué no? para darles algunos caprichos. Podemos recorrer tiendas, comparar precios y calidades y después comprar. Pero, con peques es una tarea difícil, solo hay que ver las caras de las madres en cualquier centro comercial un sábado por la tarde. Terminamos comprando deprisa y corriendo, casi sin mirar, porque no podemos quitar la vista de encima al niño que está harto de compras.
Los tratamientos de fertilidad llegan a estresar a las mujeres que deben pasarlos. Cuando una mujer se enfrenta al problema de que no pueden tener familia llegarán a sentirse estresadas. A esta conclusión se ha llegado a través de un estudio en donde se evaluaron a los cuatro países (de Europa) con mayor cantidad de tratamientos de reproducción asistida, ellos son: Alemania, España, Francia e Italia.
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