La alimentación del niño enfermo
Cuando nuestro niño contrae una enfermedad, por leve que sea, lo primero que se le resiente es el apetito. Una indefinible desgana se apodera de él y ya le puedes estar ofreciendo el mejor de los manjares o su comida favorita que va a negarse, en redondo, a tomar ni un solo bocado. También en los adultos se produce esta desgana pero, claro, un niño no puede dejar de estar alimentado, aunque sea a muy pequeñas dosis, ya que se encuentra en pleno desarrollo pudiendo empeorar.