Sabemos desde hace unos años que el sobrepeso y la obesidad son causados por el desequilibrio energético, o lo que es lo mismo: si no existe armonía entre la ingesta y el gasto de calorías se pueden producir situaciones de riesgo para la salud.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) es imprescindible que los niños realicen, como mínimo, una hora de ejercicio físico al día. Con ella se evitarán muchos problemas que nos están acuciando en los últimos tiempos como la obesidad o las enfermedades cardiovasculares. Es por ello que la Fundación Española del Corazón, junto a otros organismos internacionales, ha decidido llevar a cabo un estudio en el que cotejar los hábitos deportivos infantiles.
Hace unas semanas que se ha llevado a cabo en Estados Unidos una investigación acerca del autismo y su implicación con la actividad física. En ella se ha descubierto que los niños que padecen este trastorno suelen ser más inactivos y sedentarios que aquellos que no lo tienen, incluso teniendo las mismas condiciones físicas. Es por ello que podemos pensar que la poca actividad puede estar unida a la falta de interés.
La infancia es un periodo de la vida que tiene una enorme influencia en la etapa adulta. Por ejemplo, existen personas que arrastran algún tipo de trauma de su niñez o también, carencias afectivas que pueden causar problemas de autoestima. Pues bien, en esta misma línea, un reciente estudio de la universidad de Deakin en Australia muestra que existe una clara influencia entre la realización de deporte y ejercicio físico en la niñez y la aparición de una posible depresión en la madurez. En términos estadísticos, es interesante saber que los datos aportados por esta investigación muestran que los niños que no realizaron deporte regularmente durante su niñez tenían un 35 por ciento más de posibilidades de sufrir depresión. La depresión es una enfermedad que causa un gran sufrimiento emocional pero que afortunadamente, se puede superar.
Es importante que, desde bien temprano, acostumbremos a nuestros niños a llevar hábitos de vida saludables a fin de conseguir una perfecta salud ósea. Es entre los 25 y 30 años cuando nuestros huesos llegan a su máxima densidad y fortaleza por lo que es básico que hayamos creado, en nuestros hijos, una rutina alimentaria y de ejercicio físico, para conseguir desterrar los problemas futuros que pueden venir con la osteoporosis a raíz de unos huesos frágiles y quebradizos.
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