Cuando nosotros tenemos una mascota es normal y esperable que nos encariñemos muchísimo con ella, muchas veces hasta perdemos la noción de que se trata de un animal. Suelen brindarnos compañía, compartir largas horas de juegos con nuestros hijos y darnos cariño cuando perciben que estamos tristes, pero lamentablemente, como todo ser vivo llega un momento en que mueren.
La muerte en sí misma siempre es un proceso doloroso que implica hacer frente a un duelo en el que se suceden de forma cíclica, la negación de lo sucedido, la rabia, la tristeza y, finalmente, la aceptación. No existe un tiempo único para vivir el dolor puesto que cada persona tiene su propio ritmo.
Por desgracia no todo en la vida son buenos momentos y los niños, antes o después, descubren que las personas cercanas no estarán siempre. Como explicaba Sacra en Uno más en la familia, la capacidad de percepción ante las situaciones difíciles es innata y, por tanto, el niño necesita de una explicación. El Dr. Juan Carlos Trallero, especialista en Medicina Familiar, firma una reflexión sobre nuestra actitud frente a la enfermedad y la muerte y como lo transmitimos a los niños.