Existen situaciones de la vida cotidiana en las que la comunicación parece no llegar a un punto definitivo. La interacción se prolonga de forma interminable sin concretarse en una conclusión final. Y, además, el proceso muestra un patrón repetido que impide avanzar a quienes están inmersos en el contexto.
En muchas ocasiones, cuando un adulto habla con un bebé, cambia su forma de hablar y su entonación. Potencia la espontaneidad y la expresividad en su comunicación. Esta forma de hablar posee un nombre que analizamos en Uno más en la Familia: baby-talk. Esta es una forma de comunicación adaptada al interlocutor. ¿Cuáles son las características de esta comunicación que busca la conexión con el bebé? Profundizamos en esta cuestión en este post.
La comunicación es inherente al ser humano. De hecho, es imposible que una persona no comunique nada con su presencia, ya que siempre ofrece información de sí misma. La belleza de la comunicación es visible en su máxima expresión en el gran milagro de la vida. Cuando nace un bebé se produce una interacción a través del contacto piel con piel. Es decir, incluso cuando el niño no expresa ninguna palabra, sí transmite un mensaje mediante el lenguaje del cuerpo.
La escucha es una parte importante del proceso de comunicación, de este modo, surge una retroalimentación entre emisor y receptor. Con solo mejorar este aspecto en un vínculo afectivo, es posible fortalecer la relación en sí misma y, también, la autoestima de quien se siente escuchado. La escucha es una manifestación de amor en el ámbito familiar, ya que el oyente dedica tiempo y espacio al otro.
Existen algunos temas que se podrían hablar en familia, para compartir las diferentes opiniones, entre estos temas encontramos el de los desastres naturales. Los desastres naturales pueden ser algo muy difícil de entender por nuestros niños, incluso nosotros no llegamos a entender sus causas y mucho menos sus consecuencias.
La infertilidad en las parejas, la compasión ante un niño abandonado o la solidaridad con el género humano, son algunas de las causas que pueden llevar a una familia a lanzarse al acogimiento de un niño. La adopción es un acto de generosidad en el que el amor debe estar presente en todo momento. Abrir nuestra casa y nuestro corazón a un ser totalmente indefenso, y darle lo mejor de nosotros, es convertir al mundo en un lugar mucho más habitable, generoso y hermoso.
Tener una buena comunicación entre los miembros de la familia es muy importante, gracias a ella se podrán fortalecer los vínculos. Además, no debemos perder de vista que la comunicación es una manera muy positiva de intercambiar información entre las personas.
Tener hijos no es sólo un acontecimiento biológico que sucede porque así lo ha decidido la naturaleza y así nos lo exige la sociedad. El hecho de ser padres supone una responsabilidad, que durará de por vida, y que es mucho más importante y relevante de lo que a simple vista pudiera parecer. Por eso, cuando un niño viene a nuestra vida, es necesario ser conscientes del camino que debemos recorrer juntos y de cómo hacerlo de la mejor manera.