El invierno es una época en la que proliferan los resfriados, mucho más si nos encontramos bajas de defensas, algo que puede ocurrir cuando estamos en pleno proceso de gestación. Por eso es importante seguir algunos cuidados básicos para evitar el contagio, especialmente cuando se trata de la gripe, pero si ha sido inevitable, también podemos llevar a cabo algún que otro truco para, al menos, sentirnos más aliviadas.
Muchas veces hemos hablado de los cambios que sufre el organismo de la madre durante el embarazo, pero existen otros cambios de los que no se suelen hablar por parecer obvios o poco trascendentes, cuando en realidad también son importantes.
Hace calor, mucho calor y la piel de los niños debe recibir cuidados especiales, sin importar si son blancos, morenos o negros, todos deben resguardarse del sol para evitar los problemas dermatológicos que pueden aparecer a corto, mediano y largo plazo.
En el artículo anterior empezamos a hablar de ese molesto problema en la boca de nuestros hijos, hoy seguiremos refiriéndonos a esas medidas simples pero efectivas que permitirán evitar las caries.
La fiebre en los niños suele alarmarnos, pero no siempre debería ser así. La subida de temperatura indica que hay una enfermedad, y que el cuerpo está reaccionando contra ella. La AAP, Academia Estadounidense de Pediatría, recomienda que sólo se trate de bajar la fiebre del niño cuando se encuentre incómodo. Habría por tanto que observar al peque antes de darle medicación.
Cuando nace el bebé su piel está enrojecida, cubierta por una capita de grasa y con algo de vello. El enrojecimiento se debe a la gran cantidad de glóbulos rojos que tiene y desaparece a las pocas horas. Después la piel puede estar rosadita o en muchos casos amarillenta, a consecuencia de una ictericia fisiológica, que es normal. La capa grasa es el vernix caseoso, que protege al bebé en el útero y le sirve las primeras horas para mantener el calor corporal y prevenir infecciones. No se retira ni se baña al bebé en las primeras 24 horas porque aún no puede regular su temperatura. Se reabsorbe y lo que queda se quita al lavarle.
Los pequeños se encuentran muy felices cuando pueden jugar en un hábitat natural, estando al aire libre y disfrutando de la naturaleza. Para que ellos la pasen a lo grande y nosotras estemos tranquilas debemos estar seguras que no correrán ningún riesgo.
El cordón umbilical, lo que queda de él y que en unos días se convierte en el ombligo, requiere unos cuidados simples pero imprescindibles, para terminar de caerse correctamente. Debe estar limpio, seco y protegido del pipí y otras humedades. Las enfermeras en el hospital te enseñarán a hacer las curas que durarán entre 7 y 15 días hasta que se desprenda. Pero algunas veces, muy pocas proporcionalmente, hay complicaciones.