Siempre hemos dicho que llevar a los niños al cine es una de las formas de ocio más divertidas, y que mejor aceptan los pequeños. Dejarse llevar por la magia de la gran pantalla, por la intensidad de sus historias o la alegría de sus personajes, son algunos de los ingredientes que lo convierten en una ventana de magia inigualable. Pero ¿qué te parece si en vez de una película pueden ver varias pequeñas historias?
Uno de los grandes inventos de la humanidad, a fin de darle horas y horas de ocio, es la televisión. Gracias a ese aparatito que todo el mundo tiene en su casa, podemos informarnos, divertirnos o emocionarnos desde el mismo salón de nuestro hogar, y desde hace algunas décadas, se ha convertido en un elemento indispensable. Pero ¿alguna vez te has preguntado qué sería si no tuviéramos televisión?
En el mundo en el que vivimos, llenos de prisas, ambiciones ilimitadas o angustias infundadas, de vez en cuando, es necesario sentarse a pensar, a meditar a reír o llorar, pero sobre todo a dejarse llevar por los sentimientos, tomando contacto con ese primer latido que nos trajo a esta vida. A menudo los adultos no somos conscientes de la herencia que le dejamos a nuestros niños. No sólo es necesario que conozcan los números, aprendan las capitales del mundo o resuelvan complicadas operaciones aritméticas, también es necesario, y sumamente importante, que sepan desenvolverse en el mundo de los sentimientos y las emociones.
Son muchas las herramientas que podemos utilizar para hacer entender a nuestros niños sobre la necesidad de emplear ciertos valores en la convivencia con nuestros semejantes. La solidaridad, el respeto o la tolerancia, no siempre son bien asimiladas en esta sociedad en la que, a menudo, parece que la ambición y la violencia son el único camino.
El mundo del arte, en toda su magnitud, es un exponente de los sentimientos humanos, sus logros, miedos, esperanzas o necesidades. Tanto la música, como el teatro, la poesía o el cine, son capaces de captar, con singular mirada, ese mundo de sentimientos y anhelos que envuelven al ser humano, por eso pueden resultar un vehículo excepcional para enseñar a los niños ciertos comportamientos, sentimientos o valores que van a necesitar en su desarrollo, sobre todo emocional.
Educar a nuestros niños no es sólo enseñarles a distinguir los colores, sumar sin usar los dedos o decirles que sólo se puede cruzar la calle cuando el muñequito del semáforo esté en verde. Nuestra implicación en su educación debe ir mucho más allá, sobre todo en aquellas materias que implican el respeto, el amor, el cariño o la solidaridad, entre otras muchas cosas. Es lo que llamamos valores.
¿De qué modo podemos enseñar a nuestros niños la importancia de valorar ciertas actuaciones en nuestra vida? Podemos darles una charla moralizadora y pesada, de esas que son imposibles de digerir o podemos utilizar otros recursos que, además de divertirles, dejen su poso de sabiduría y enseñanza. Nada mejor como hacerlo sencillo y simpático para que los peques se dejen llevar por esa corriente de entendimiento.
Seguimos viajando a través del mundo del cine y de aquellos trabajos que pueden aportar un halo de sabiduría y entendimiento en las relaciones humanas. Especialmente si estamos dedicados a la educación o si somos padres, son muchos los conceptos que tenemos que explicar a los niños y no sabemos muy bien como hacerlo. Quizás por ello hemos llegado a un punto donde, nuestra sociedad, anda tan escasa de buenas enseñanzas. Los valores han dejado de ser necesarios para convertirse en un lujo sólo apto para algunos privilegiados.
Si estamos de acuerdo que en los últimos tiempos es necesario recuperar ciertos valores en la sociedad en la que vivimos, nada mejor como empezar a educar a nuestros hijos a través de los mismos. Pero ¿cómo hacerlo? Darles una charla aburrida y pesada no nos lleva a ningún sitio, obligarles a ciertos comportamientos, tampoco. Así que lo mejor será hacerlo de la forma más divertida y amena, esa que se arraiga en su forma de ser y no va a olvidarla nunca: a través de la diversión.
Uno de los grandes problemas que tenemos en la actualidad es el calentamiento global y la progresiva destrucción de la naturaleza. Por ello resulta urgente que eduquemos a las futuras generaciones con el fin de paliar y parar esta masiva destrucción. Pero explicar ciertos conceptos a los niños resulta un tanto difícil, sobre todo cuando aún son muy pequeños.
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