Una de las películas, de los últimos tiempos, que los niños han recibido con más devoción ha sido "Frozen", de Disney. La historia de estas dos hermanas, que se desarrollaba en un país cubierto de nieve, ha conseguido llenar el corazón de los más pequeños, de pura fantasía , haciendo que todos sus personajes se conviertan en los más admirados.
Los niños, a menudo, son los auténticos maestros de las cosas sencillas. Los adultos, envueltos en nuestras prisas diarias, excesivas obligaciones y falta de atención, nos perdemos esos pequeños, o grandes, gestos cotidianos que tanta vida nos da. Al final, y según dicen los sabios, la felicidad está en los más nimios detalles, esos que conforman toda una vida plena.
Una forma estupenda de que los niños aprendan valores es a través de la diversión. Los libros, el cine o la escuela pueden ser lugares perfectos para que los pequeños empiecen a cimentar sus bases para convertirse en seres adultos responsables, sensibles y capaces de entender a los demás, construyendo un mundo mucho más amable para todos.
Las mejores lecciones son, sin duda, aquellas que no se olvidan nunca y que se instalan en nuestro corazón para siempre. Por eso es necesario que sepamos dar a nuestros hijos buenos ejemplos en los que primen valores tales como el respeto o la solidaridad, hacerles entender que todos los seres humanos, por distintos que seamos, merecemos ser reconocidos y respetados dentro de la inmensa gama de diversidad.
En los últimos tiempos hemos visto como la tecnología ha avanzado de forma espectacular. La comunicación humana ha dejado de tener límites, saltando cualquier frontera. En la actualidad es posible estar comunicándose con todo el mundo, al instante y como si realmente estuviésemos a millones de kilómetros de nuestro propio entorno. Sin lugar a dudas, la tecnología ha venido a traernos comodidad y muchísimas ventajas. Pero ¿no os da la impresión que, a menudo, abusamos de ella sin atender a lo que sucede a nuestro alrededor?
Semana a semana nos vamos introduciendo en el necesario, pero a veces espinoso mundo de los valores. Educar a nuestros niños es algo más que enseñarles los números, las letras o el nombre de las capitales del mundo. Es necesario que para que podamos convivir en armonía y con respeto, enseñemos a nuestros niños la importancia de los valores como la solidaridad, la paciencia o la empatía.
Nuestra sociedad está repleta de pequeños gestos que nos ayudan a ser más solidarios y tomar conciencia de los graves problemas que nos acosan cada día. A veces tenemos la impresión que las diferencias entre unos seres humanos y otros resulta tan abismales que es imposible salvar todas esas distancias. Sin embargo, si somos capaces de educar a nuestros niños en la igualdad y la solidaridad, quizás exista una esperanza para todos nosotros.
Desde el mismo momento en el que nacemos, los seres humanos vamos recibiendo mensajes continuos sobre todo aquello que nos rodea. Por ello, nuestra personalidad se irá conformando con referencia a los estímulos que vayamos recibiendo a lo largo de nuestra vida. Si bien todos los padres queremos lo mejor para nuestros hijos, e intentamos darles una educación equilibrada y dentro de las pautas que marca nuestra cultura, no podemos obviar que gran parte de todas esas influencias también nos llegan desde el exterior, allá donde los progenitores no podemos llegar.
Algo que se ha ido perdiendo a lo largo del tiempo, y que muchos adultos, especialmente los más ancianos, echan de menos en los más pequeños, es la educación en valores. El respeto hacia lo que nos rodea, ya sea naturaleza, vecinos o compañeros; la paciencia; el gusto por las pequeñas cosas o la solidaridad, han ido quedándose relegadas frente a otras actitudes que podemos considerar más urgentes: ser los primeros en todo, los más altos o guapos, o parecernos a esos héroes ficticios con los que, cada día, nos bombardea la televisión.
Crecer en sensibilidad, emociones y comprensión con el resto de seres humanos es vital para que nuestros niños puedan convertirse en adultos respetuosos y amables con los demás. Pero también es cierto que, en muchas ocasiones, nos perdemos en la marea de las palabras, de los conceptos y no sabemos muy bien como hacerles llegar a nuestros niños ese mensaje. Sin duda, lo más importante y que resultará más certero, es nuestro propio ejemplo, pero también necesitaremos de algunas herramientas.
¿Tu bebe necesita un andador? Te damos algunos consejos 
Campamentos de surf para niños en Galicia durante el verano 
Depresión postparto: factores de riesgo, síntomas y cómo prevenirla