La conexión entre padres e hijos se materializa en numerosos instantes más allá de la distancia generacional que acompaña a un vínculo tan especial. Conectar con tu hijo supone, también, acercarte a la realidad de su infancia. Una idea que resulta bastante sencilla en apariencia cuando se analiza en su perspectiva teórica, pero que es difícil de concretar en la práctica. El ritmo de la urgencia, las preocupaciones o la propia complejidad del estilo de vida adulto pueden interferir en la comunicación afectiva. ¿Cómo conectar con la infancia de tus hijos? En Uno más en la Familia te damos cinco consejos.
Los tipos de crianza se amplían con los cambios sociales que influyen en el estilo de vida familiar. Existe un concepto que ha adquirido una mayor visibilidad en el ámbito educativo: la hiperpaternidad o la hipermaternidad.
El apego seguro aporta estabilidad, confianza y arraigo en el hogar. En ese caso, los progenitores son las figuras de referencia que establecen un lazo significativo con el niño. Sin embargo, cuando el peque acude a la escuela infantil, aprende una nueva rutina que va más allá de la zona de confort que ha experimentado hasta el momento.
Existen sensaciones que potencian el encuentro emocional entre la madre, el padre y el niño. A través del sentido del oído, el bebé escucha la voz de dos figuras vitales en su existencia. Pero existe otro lenguaje universal: el de la piel. A través de esta fuente de información es posible nutrir el estado de ánimo del niño y su mundo emocional para construir los cimientos de un apego seguro.
Conoces a tu hijo a través de la observación y el tiempo compartido en común. Desde el nacimiento, el niño recibe muchos regalos y detalles con los que puede jugar y divertirse. Sin embargo, solo algunos de esos detalles ocupan un espacio prioritario en la rutina del niño. Por ejemplo, el muñeco favorito del niño centra buena parte de su atención. El objeto de apego es aquel detalle con el que el niño establece un vínculo especial. Es un detalle que le aporta seguridad y confianza. Este muñeco de apego, generalmente, destaca por algunas características concretas como su agradable textura. Tú no puedes decidir cuál será el muñeco favorito del niño, sino que es él quien te muestra esta información.
La formación de una familia representa, en sí misma, el vínculo de apego que existe entre padres e hijos a través del afecto. La mirada del apego es la base del tipo de crianza que gira en torno a este hilo conductor. Este es un tipo de crianza que genera debate en torno a los pros y los contras que plantea. Sin embargo, más allá de esta visión de posibles beneficios e inconvenientes, lo verdaderamente determinante es la visión con la que cada pareja (o personas en soledad) deciden criar a su bebé.
Con la llegada de un nuevo miembro a nuestro familia, llegan también un buen número de novedades, sorpresas e increíbles enigmas que, sobre todo si es el primer bebé, nos llevará a un constante círculo de preguntas y dudas que no siempre somos capaces de resolver. La obsesión por educar perfectamente a nuestros niños, evitar que sufran o buscar la fórmula para ser los padres perfectos, nos lleva a cuestionarnos ciertos aspectos que, a pesar de ser totalmente normales y naturales, nos hacen sentirnos angustiados.
En la siguiente entrada hablaremos acerca de las diferentes fases del apego. Comenzaremos por contarte que el desarrollo del apego, ese importante lazo afectivo, tiene lugar en cuatro etapas.
Todas las personas nacemos con la capacidad de sobrevivir en diferentes condiciones, pero también tenemos necesidades que deben ser cubiertas. Entre las necesidades básicas encontremos las fisiológicas (como la alimentación, higiene, sueño), las de protección ante distintos peligros (reales o imaginarios), la de explorar el entorno y también la de establecer vínculos de tipo afectivo.