Nos gustan los libros. Nos encanta bucear entre sus páginas para descubrir historias maravillosas, sencillas, divertidas o llenas de sorpresas. Y es que por muy fantásticas e increíbles que sean, siempre existe una conexión directa con la realidad, con esas pequeñas cosas diarias que nuestros niños van aprendiendo cada día y que, los mayores, no siempre encontramos las palabras adecuadas.
Las lecturas infantiles siguen siendo una herramienta de lo más eficaz para mantener a los niños entretenidos, informados y, también, formados. Más allá del beneficioso efecto que tiene a la hora de ampliar su vocabulario, por ejemplo, o de conocer y recavar en ciertas materias, también nos ofrece otras ventajas que van a ayudarnos a formarles en otros aspectos de la vida.
Acostumbrar a nuestros niños a que disfruten de la lectura, debería ser una norma básica para todos los padres. A través de los cuentos infantiles, nuestros peques van a desarrollar su imaginación y su creatividad, pero también van a entrar en un mundo de diversión cuyo fondo es mucho más intenso e importante de lo que podamos imaginar.
El mercado editorial está plagado de libros, cuentos y fábulas que nos hablan sobre cualquier evento cotidiano que se nos pueda presentar a lo largo de la vida. Estas historias mágicas, y siempre llenas de encanto, nos pueden ser muy útiles para enseñarles a los niños ciertos aspectos del comportamiento humano que, a menudo, nos resulta complicado explicar. Por eso, y porque es vital que les enseñemos elementos tan importantes como la solidaridad, la amistad o el respeto, entre otros muchos, los cuentos infantiles se convierten en nuestros mejores aliados.
Desde bien pequeños tenemos que animar a nuestros niños a que se acerquen al mundo de los libros. Incluso aunque todavía no hayan aprendido a leer, son muchos los libros que podemos encontrar en el mundo editorial y que les aportan diversión y, sobre todo, grandes dosis de imaginación. Generalmente todos vienen acompañados de ilustraciones atractivas para que los peques tengan un primer impacto visual, logrando que les resulte mucho más sencillo y placentero.
Seguimos caminando por ese delicado límite en el que los padres debemos educar a nuestros hijos ofreciéndoles verdaderas lecciones en las que los valores estén presentes. Los libros, el cine o la televisión, están llenos de pequeñas joyas que pueden ayudarnos en este camino. Herramientas precisas en las que se mezcla la diversión, y también el aprendizaje, y con las que los niños entenderán que existe un mundo más allá de su propia cotidianidad.
Educar a los hijos no siempre es una tarea fácil y, mucho menos, agradecida. Además de enseñarles a tener una educación académica o social, también es importante que sepamos ayudarles a entender sus emociones, a poder compartirlas y, también, a hacerles partícipes de un mundo variopinto en el que las formas de pensamientos y creencias son totalmente diferentes, aunque no por ello desdeñables. Un mundo rico en matices cuya máxima debe ser el respeto.
Son muchas las herramientas que podemos utilizar para hacer entender a nuestros niños sobre la necesidad de emplear ciertos valores en la convivencia con nuestros semejantes. La solidaridad, el respeto o la tolerancia, no siempre son bien asimiladas en esta sociedad en la que, a menudo, parece que la ambición y la violencia son el único camino.
El mundo del arte, en toda su magnitud, es un exponente de los sentimientos humanos, sus logros, miedos, esperanzas o necesidades. Tanto la música, como el teatro, la poesía o el cine, son capaces de captar, con singular mirada, ese mundo de sentimientos y anhelos que envuelven al ser humano, por eso pueden resultar un vehículo excepcional para enseñar a los niños ciertos comportamientos, sentimientos o valores que van a necesitar en su desarrollo, sobre todo emocional.
Si hay algo de lo que adolecen nuestros niños, y siempre hablando de forma general, es de ciertos valores que han quedado perdidos a lo largo del tiempo. Si bien en épocas anteriores a nuestros abuelos se les educaba bajo símbolos tan importantes como el honor, la honradez o la verdad, ahora hemos descartado todo ello para educarlos en conocimientos pero no en sentimientos. Es por ello que, en muchas ocasiones, nuestros pequeños se encuentran perdidos en una sociedad tan variopinta y plural como la nuestra.
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