Soy Padre: Sus primeras rabietas
Era algo que tenía que suceder tarde o temprano. Aunque nuestro bebé ha tenido siempre muy buen humor, incluso riéndose en las situaciones más adversas, lo cierto es que ya hemos tenido muchos momentos en los que ha hecho gala de las conocidas rabietas. Cuando algo no es como él quiere, se pone a dar gritos y a llorar, haciendo la situación un poco difícil.
Por ejemplo, si el niño no quiere la comida o desea salir a dar un paseo, es normal que se enfade, obligando a los padres, en cierta manera, a hacer lo que él quiere. Sin embargo, ya sabéis que las cosas no siempre van a estar a su gusto, por lo que es mejor tratar la situación con mucho cuidado. De hecho, habrá algunas en las que solo se pueda hacer una cosa. Y hay que hacérselo entender.
Antes de nada, cuando nosotros hemos tenido rabietas con nuestro niño, hemos evitado los nervios. Al contrario, hay que darle todo el cariño posible al bebé, ayudándonos siempre de nuestro lenguaje corporal para calmarlo y hacerlo entrar en razón. El amor, como siempre, es la mejor respuesta. No deis ni una muestra de intranquilidad.
Por otra parte, existen algunos pasos que siempre intentamos llevar a cabo para que los gritos y llantos del niño no vayan a más. En primer lugar, tened en cuenta que no vale de nada que os enfadéis con el niño. Al revés, esta actitud agravará la situación y hará que todo se haga mucho más difícil. Hay padres que le dan una recompensa a sus hijos cuando se calman. No cometáis este error, y seguid con los planes que teníais en mente. Así demostraréis que una rabieta no mejora ni empeora nada.
Por último, un consejo que mucha gente ignora: no es bueno llevar a cabo otras decisiones cuando quedan avergonzados por la rabieta del niño. Algo que suele pasar en público. A mí, personalmente, nunca me ha pasado, pero tengo muy claro que no dejaré que vaya a más. Si se ha llevado a cabo una decisión (por ejemplo, no comprarle algo que le gusta) seguid con ella. Que llore no debe significar que se haga lo que quiere.
Tranquilidad, ante todo, y amor en cada uno de los momentos. De las rabietas también se pueden extraer consejos que los niños irán comprendiendo según se vayan haciendo mayores. Aunque ese no es nuestro caso, porque el bebé no sabe hablar.
La verdad es que comprendemos que una rabieta puede llegar a ser una situación extremadamente difícil de controlar. Pero ya os digo que con paciencia y tranquilidad todo se puede llegar a conseguir. De todas formas, tened en cuenta que habrá muchas rabietas a lo largo de la vida del niño (aunque después se conviertan en enfados más o menos pronunciados). Siempre es bueno aprender cómo hacer las cosas bien.
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