Soy Padre: ¿Cómo fue el primer baño de nuestro bebé?
Cada vez que juego con el agua (algo normal teniendo en cuenta que estamos en verano) me viene a la cabeza la actitud que tuvo nuestro bebé la primera vez que se pegó un baño. Fue un momento bastante especial ya que, a partir de entonces, estuvo más en contacto con el agua (aunque ya había estado en ese medio, claro). Sin embargo, la experiencia de bañarlo por primera vez fue algo muy bonito que no se nos olvidará nunca.
En esta ocasión tengo que hablar como una experiencia personal. Es evidente que a los niños pequeños hay que bañarlos con asiduidad. Sobre todo en verano, cuando sudan más y el simple movimiento ya les provoca suciedad en la piel. Según el bebé, pueden tomarse el baño de maneras diferentes (más o menos temperatura, espacio grandes o pequeños, etc), aunque el nuestro estuvo tranquilo en todo momento.
La primera vez que lo bañamos fue en una pequeña bañera ajustada a su tamaño. Le preparamos el agua, a una temperatura idónea con el ambiente (evitando por supuesto que pasara frío o calor), y lo metimos poco a poco. Aparte de mirar el agua, la tranquilidad era máxima. Además agradecía el estar bañándose, incluso atreviéndose a introducir las manos en el agua.
A los lados teníamos el jabón, el champú y una esponja especialmente preparada para él. Tras mojarlo y comprobar que estaba bien, nos pusimos a jugar un poco y, después, le lavamos el pelo y todo el cuerpo, teniendo especial cuidado con las partes más débiles (aunque lo sea en su conjunto). Mi pareja se manejaba mejor con el bebé, por lo que a ella correspondieron gran parte de las tareas de limpieza. En cualquier caso, los dos teníamos los mismos miedos: no queríamos que el niño se resbalara o que tragara agua. Al final todo transcurrió perfectamente.
La salida de su primer baño también la realizamos con especial delicadeza. Mientras ella cogía al niño, yo preparaba la toalla, dispuesta a arroparlo fuera del agua. Tras ese movimiento, lo único que tuvimos que hacer fue echarle crema hidratante (muy importante, para evitar que la piel se seque) y ponerle un pañal y ropa nueva. El niño quedó muy relajado, por lo que no tardó en roncar a pierna suelta.
La frecuencia de baño de los bebés varía aunque, si lo tenéis completamente limpio y realizáis los cambios de pañales de una manera exacta, bastará con una o dos veces a la semana. Todo depende del ambiente en el que esté el niño.
Puedo decir que tanto para nosotros como para él fue una experiencia muy curiosa y divertida. Para nosotros, porque veíamos las impresiones que tuvo ante su primer baño. Para él, porque se atrevió a experimentar con un elemento nuevo. Por supuesto, el verano está sirviendo para que coja el agua con más ganas.