¿Son nuestros hijos ciberadictos?

¿Son nuestros hijos ciberadictos?

Escrito por: Fernando Cantillo   @Fercatodic    16 abril 2013    2 minutos

No sé vuestro caso, pero mi hijo de 7 años es un enamorado de los videojuegos: consolas, ordenador, teléfonos móviles, tabletas… da igual el dispositivo, si por él fuera estaría jugando 24 horas y aún le parecería poco. Tengo verdaderas peleas cuando llega el final del tiempo pactado para jugar con las nuevas tecnologías. Desde luego mi hijo es un ciberadicto (se parece más al padre que a la madre en este sentido, me temo).

Pero ¿cómo podemos reconocer cuándo se pasa del ocio tecnológico más o menos excesivo a la adicción? El pasado mes de febrero mi compañera Sacra nos informaba de que los niños son más propensos a esta adicción que las niñas, pero vamos a ver algunas formas de comprobar si debemos restringir el uso de los videojuegos a nuestros pequeño:

Aunque aún no está reconocida como enfermedad por las principales asociaciones psiquiátricas mundiales, podríamos definir la «ciberadicción» como el uso de Internet que interfiera de un modo significativo las actividades habituales y sociales, cuando la mayor parte del tiempo estén «conectados» a cualquier dispositivo, incluso aunque sea para comunicarse con sus amigos (chats,foros,etc.).

Algunas señales de cuándo la afición puede empezar a ser un problema son, básicamente, el tiempo  que pasa «conectado» y las ganas por volver a acceder, frente a otras opciones como juegos físicos o salir a la calle. Siempre debemos ser estrictos con el tiempo que les dejemos jugar, y siempre deberíamos estar con ellos (sí, ya sé lo complicado que resulta). Una solución es que sólo jueguen (con el ordenador, la consola, el teléfono, etc.) cuando podamos estar con ellos y siempre en el salón o una habitación común. No hace falta que estemos constantemente mirando la pantalla con ellos (a veces es gratificante, porque es otra manera de jugar), si no que podemos estar con nuestro libro o nuestro programa de televisión y, de vez en cuando, «echarle un ojo» para ver a qué juega y cómo.

No es cuestión de extremismos, pero tampoco de relajarnos demasiado. Cualquier afición en exceso es perjudicial. Cuando más pequeño sea nuestro hijo, más fácil será controlar los tiempos por nuestra parte, pero nunca es tarde para comenzar a educándoles en buenos hábitos. Y os lo dice uno que tiene smartphone, tableta, varios ordenadores, consola…

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