Simulacro de evacuación en un colegio: ¿Para qué sirve?

Existen situaciones de emergencia que pueden contextualizarse en el ámbito educativo. Por ejemplo, un posible incendio o una inundación en el entorno próximo al centro. Pues bien, los simulacros de emergencia aportan una herramienta de protección que sirve para informar a profesionales y alumnos sobre cómo deben actuar en caso de que se produzca una incidencia ante la que sea aconsejable desalojar el centro de forma ordenada.

El simulacro de evacuación es clave para hacer un seguimiento práctico del protocolo establecido previamente a nivel teórico. De este modo, el ejercicio permite realizar posibles actualizaciones en el documento inicial.

Una herramienta de preparación para responder ante un factor de riesgo

Un simulacro de evacuación es una recreación de una posible emergencia real que un centro educativo programa de forma intencional como medida preventiva para potenciar la seguridad. Por ello, se lleva a cabo siguiendo las medidas que el centro debe aplicar si, en algún momento, se produce un posible riesgo potencial. La realización de un simulacro es clave para alimentar la calma, mantener el orden y seguir la ruta indicada para dejar atrás las distintas zonas de riesgo hasta llegar a un espacio seguro.

Es importante actuar con rapidez y prudencia en una situación de emergencia, puesto que los minutos son decisivos en ese contexto. Los simulacros aportan un entrenamiento práctico. Permiten resolver dudas, aprender nociones básicas sobre seguridad y adoptar un enfoque preventivo ante escenarios posibles que, aunque ojalá nunca se materialicen en una situación urgente, pueden darse en algún instante. Y, en ese caso, los simulacros aportan conocimiento, preparación y visión de equipo. Porque cada uno de los integrantes del centro puede colaborar para facilitar el proceso, potenciar su autocuidado y alimentar el bien común.

Un protocolo perfectamente establecido que indica los pasos adecuados

A su vez, los profesores y profesionales del centro trabajan de manera coordinada para guiar a cada grupo de alumnos hasta el lugar indicado en el protocolo. Un protocolo que aporta una respuesta coordinada y unificada. En consecuencia, refuerza la planificación desde el instante en el que se identifica la señal de alarma y, por el contrario, reduce la improvisación (puesto que supone un riesgo añadido en un escenario condicionado por una emergencia).

Por tanto, existen diferentes situaciones que pueden suponer un peligro potencial en un centro educativo. Emergencias que tienen la forma de posibles incendios, inundaciones graves o terremotos. Un colegio adopta un enfoque proactivo para implementar las medidas de seguridad en el centro por medio de una estrategia preventiva que también incluye simulacros periódicos. No es posible reducir a cero la probabilidad de que se produzcan factores indeseados. Sin embargo, sí es aconsejable desarrollar una estrategia práctica para responder ante esas circunstancias.

La hoja de ruta diseñada se adapta a las necesidades concretas del centro educativo. Es decir, tiene en cuenta cuáles son las características de sus instalaciones y la ubicación de las aulas con el objetivo de definir itinerarios seguros en el edificio.

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