Seis beneficios de los objetivos familiares a corto plazo
Existen dos periodos del año en los que es habitual concretar metas y propósitos a largo plazo: enero y septiembre inspiran con la expectativa de proyectos, cambios y nuevos hábitos. Sin embargo, conviene puntualizar que los objetivos más importantes no son, únicamente, aquellos que no hacen referencia a un horizonte próximo. Las metas a corto plazo son especialmente significativas para familias con niños. ¿Qué beneficios ofrecen en la práctica?
1. Se integran en la rutina
La materialización de esos propósitos se contextualiza en un plazo cercano. Por tanto, son fines que adquieren un sentido pleno en la rutina cotidiana. Es decir, forman parte de una gestión del tiempo que se alinea con las necesidades familiares.
2. Se completan con la experiencia de la celebración
¿Cómo educar a los niños en el valor de la gratitud, la alegría y la aceptación? Celebrar los pequeños logros es una experiencia positiva. De este modo, el cumplimiento de un propósito une a la familia en torno a la celebración de un momento especial.
3. Invitan a vivir el presente en familia
Los objetivos a largo plazo, como su propio nombre indica, remiten al futuro. Es decir, se contextualizan en un escenario que todavía no ha llegado. Y existen numerosas variables que pueden modificar la expectativa inicial. Pues bien, las metas a corto plazo son esenciales para vivir el presente. Iluminan el camino y se convierten en el foco de atención. Por ello, recuerdan qué es lo esencial.
4. Conectan con otras metas más lejanas
Existen pasos que están interconectados. Con frecuencia, una meta familiar que se contextualiza en un horizonte próximo, representa una preparación necesaria para avanzar hacia un escenario más lejano. Facilitan el desarrollo de habilidades y competencias. También alimentan la motivación, el compromiso y la constancia.
5. Son esenciales para aprender a planificar
Aquellas decisiones que son fruto de la planificación influyen favorablemente en la creación de circunstancias propicias para conseguir objetivos familiares. Es decir, la planificación se distancia del comportamiento reactivo y de la improvisación. Como bien sabes, aprender a planificar es un proceso que se perfecciona con la experiencia. El error también puede integrarse en la forma de gestionar el tiempo. Pues bien, el diseño de un plan de acción se simplifica cuando conecta con una meta viable y cercana.
6. La evaluación de la meta se sitúa en el horizonte próximo
Las metas cumplidas, o aquellas que han quedado pendientes de realizar, requieren de una reflexión. Por ello, el proceso se completa con una evaluación que permite comprobar el estado del propósito inicial. De este modo, las familias adquieren una perspectiva más amplia para implementar cambios necesarios en la fijación de objetivos realistas y en la planificación eficaz.
Por tanto, los objetivos a corto, medio y largo plazo se integran en el proyecto de vida familiar. Pero las metas más cercanas tienen una relevancia especial por aquello que significan: son una expresión del presente más inmediato.
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