Romper podría ser constructivo (II)

Romper podría ser constructivo (II)

Escrito por: Jaime Gomez    26 octubre 2009    2 minutos

Continuando con el tema de los episodios en que los niños rompen objetos, si el pequeño ha buscado destruir un objeto ajeno para expresar su disgusto hacia alguien más, la reacción de los padres debe ser mucho más cuidadosa de lo que parece. El primer impulso es el de reprenderlo por “ser un niño malo”, “violento”, “no saber estarse quieto” o “andar siempre molestando”, además de pedir al niño que ofrezca una disculpa por haber hecho algo que estuvo mal.

A partir de esta primera etapa de la conciencia, cuando el niño ha adquirido ya el lenguaje y sus pensamientos y actitudes funcionan a la par, se elaboran también los principios de moral, los primeros lineamientos de conducta y valores en los pequeños. Se le pide que comparta con otros niños, que salude a los parientes, que diga “por favor” y “gracias” y respete los juguetes de otros niños, pero pocas veces se le explica por qué.

Los actos de construcción de un objeto (amasar, pintar, ensamblar fichas) tanto como los de destruir, romper, ensuciar o desordenar, permiten a los niños exteriorizar sus sentimientos, puesto que aún no pueden hacerlo ampliamente a través del lenguaje, sino utilizando únicamente sus sentidos.

Todas las acciones de los niños tienen una finalidad o buscan transmitir un mensaje (enfado, cansancio, frustración) y será sumamente constructivo tanto para el padre como para el pequeño, hablar, explicar y comprender: qué es lo que se ha hecho, qué repercusiones tiene sobre el objeto material o sobre sus relaciones para con los demás, cuál es el comportamiento que se espera de él y cómo se puede reparar o resolver lo que ha ocurrido.

El niño se sentirá mejor orientado, respaldado por sus padres y en confianza para expresar sus sentimientos y emociones, sin temor a ser castigado, o reprimido delante de otros; las situaciones de este tipo no serán episodios de violencia que terminen en lágrimas o desencadenen una pataleta o berrinche, sino un momento de crecimiento, donde el pequeño comprenda cuáles son los límites de sus acciones y fortalezca sus lazos de amor y confianza para con sus padres.

Imagen | Aeropause

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