Romper podría ser constructivo (I)
Componer y ensamblar cosas puede ayudar a los niños pequeños a comprender la realidad y relacionarse con ella; no obstante, romper o desarmar objetos, corresponde a la otra mitad del ejercicio y puede ser igualmente necesario para estimular la creatividad de los pequeños y mostrarles cómo funcionan las cosas.
Desde la más tierna infancia, los niños muestran enormes capacidades a la hora de desordenar un cajón, sacar la ropa del armario y tirar los juguetes por la ventana; estos procesos hacen parte de su interés natural por descubrir y manipular aquello que los rodea. Sin embargo, no todas las acciones de este tipo tienen fines constructivos.
Los niños pequeños pueden romper o desarmar sus propios juguetes, para curiosear su funcionamiento, como si se tratara de un experimento donde prueban la resistencia de las cosas; si el juguete se rompe finalmente, el niño podría llorar porque ya no funciona, porque según el “pensamiento animista” de los primeros años de vida, el niño puede asignar a los objetos personalidades, como si estuviesen vivos. Por lo tanto, un objeto roto estaría para el niño inanimado o sin vida y esto le causaría tristeza.
Otra posible causa de llanto, es el temor a ser reprendido por dañar el juguete, cuando no es la primera vez que rompe algo y se le ha llamado la atención con anterioridad. Estas situaciones son completamente distintas y requieren siempre la orientación y la paciencia de los padres, quienes explicarán al niño qué ha sucedido. Otro es el caso en que el niño rompe algo para mostrar su enojo con alguien más, que tocaremos más adelante.
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