El rol de los padres ausentes en la educación de sus hijos
Existen diferentes estilos parentales que se perciben en el proyecto de vida familiar. Pero el rol adoptado también puede descubrirse en la conexión que padres y madres mantienen con escuelas y colegios.
Existe un perfil que merece un análisis especial: el rol del padre ausente muestra la desconexión del adulto en aquellos temas que tienen que ver con la evolución y el aprendizaje infantil en el entorno escolar.
Qué posición adopta un padre ausente en la educación de su hijo
Su atención parece estar centrada en otros aspectos y no concede el espacio deseado a mantener una comunicación periódica con los profesionales del centro educativo. Relativiza la importancia de la información que puedan proporcionarle.
En definitiva, adopta una posición que resulta muy poco colaborativa. No alimenta la escucha, la empatía o la cooperación. Por el contrario, se presenta como alguien inaccesible o inalcanzable, incluso cuando se trata de temas que le implican de forma directa.
El rol del padre ausente no tiene tanto que ver con las circunstancias profesionales o personales, como con la propia disposición y el comportamiento adoptados en la conexión con el centro. Un perfil con una apretada agenda puede proponer diferentes alternativas para crear puentes de entendimiento más allá de los límites objetivos que experimenta en su rutina cotidiana.
¿Qué consecuencias produce en el niño esta falta de implicación?
El impacto del padre ausente se agrava cuando la falta de presencia se prolonga durante muchos años. En ese caso, deja una huella negativa en la adolescencia y en la etapa adulta. Cuando no existe un acompañamiento, un buen nivel de implicación y un interés real en la materia, se produce un vacío. Es decir, hay un hueco que no se llena completamente aunque otras personas, directamente relacionadas con el menor, se vuelquen en su cuidado.
Es una posición que transmite indiferencia, desinterés y distancia. Por tanto, causa carencias afectivas y daña la autoestima del menor. Por otra parte, muchas de las dificultades que se producen en una familia pueden abordarse desde un enfoque sistémico. Cuando el proyecto de educación y crianza se comparte en pareja, la ausencia del padre añade un peso extra a la otra persona. Es un proceso que rompe con el equilibrio de una relación simétrica, nutritiva y constructiva. La responsabilidad no muestra una igualdad en la balanza, sino que se inclina hacia uno de los lados (cuando un adulto está ausente pero el otro se compromete verdaderamente).
El modelo de un padre ausente también produce un efecto negativo en el niño. Ofrece un ejemplo que no reconoce la labor desarrollada por los profesionales de escuelas y colegios. Por el contrario, quita autoridad a la figura de educadores y maestros. La implicación del padre o la madre en la educación de los hijos va más allá del plano académico formal. Los centros educativos potencian los valores, la educación integral, las habilidades sociales y la inteligencia emocional. También cuidan la comunicación con las familias porque existe una conexión entre el hogar y la escuela. Pero el padre ausente se distancia de esta expectativa.
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