La resonancia magnética podría detectar el autismo en los bebés
Detectar de forma temprana cualquier tipo de cambio o anomalía en nuestro organismo, resulta fundamental para poder paliar sus efectos. Por eso el proceso del embarazo y los primeros meses de vida de un bebé, resultan básicos para la formación de lo que será su salud futura. La mayoría de condiciones físicas y psíquicas se verán alteradas durante esos primeros, e irrepetibles, instantes de nuestra vida.
El mundo de la ciencia, siempre en movimiento, nos sigue trayendo buenas noticias en torno al mundo de la infancia y a aquellas características que definen a nuestros hijos. Precisamente durante estos días se ha conocido el resultado de una nueva investigación en torno al autismo y su detección temprana, que sería posible gracias a una resonancia magnética en el cerebro del bebé.
Mayor riesgo si el bebé tiene un hermano mayor autista
El autismo se caracteriza por presentar ciertas alteraciones neuronales en el cerebro del bebé. Es por ello que científicos de la Universidad de Chapell Hill, en Carolina del Norte, Estados Unidos, han querido incidir en el tema de la visión cerebral para descubrir si los bebés ya presentan esas alteraciones cerebrales en los primeros meses de su vida.
Los bebés que tienen un hermano mayor con autismo, están más expuestos a tenerlo también que el resto de bebés. Aunque los expertos inciden en la idea de que puede resultar una lotería, el riesgo es mayor cuando existen precedentes familiares, por lo que también podríamos estar hablando de una herencia genética.
Los cambios más visibles se producen entre los 6 y los 12 meses
Para llevar a cabo este estudio, se tomaron como muestra a 106 bebés que tenían un hermano mayor con autismo, y por lo tanto considerados de alto riesgo; y, por otro lado, a 42 recién nacidos con bajo riesgo, ya que no había ningún antecedente familiar. A todos se les fueron realizando distintas resonancias magnéticas entre los 6 y los 24 meses.
Esta prueba, que no resulta invasiva, tiene una exactitud del 80 por ciento, lanzando unos resultados totalmente esclarecedores para la detección temprana del autismo. En ellas se vieron que entre los 6 y los 12 meses de edad del bebé, existía un crecimiento de la superficie craneal mucho mayor en aquellos niños que, años después, manifestarían el autismo. Un número importante pertenecía al grupo de los que tenían antecedentes familiares.
La detección temprana permite ayudarles antes en ciertas habilidades
Hasta el momento, la manifestación del autismo en los niños, se presentaban entre los 2 y los 3 años, precisamente cuando empiezan a comunicarse y tener una vida más social. En algunos casos no se manifiesta hasta bien entrados los 4 años. Pero con esta forma de detección temprana, los investigadores piensan que se pueden tomar medidas exactas y precisas para paliar algunas características propias del autismo.
El cerebro de un bebé es mucho más maleable que el de un niño mayor o un adulto, por lo tanto resulta mucho más fácil empezar a trabajar con ellos para prevenir los déficit de atención, por ejemplo, o las habilidades sociales. De esta forma, llegada a una edad más avanzada, se tendrá un camino recorrido muy importante.
Vía | N+1
Fotos | Clikisalud y Liga de la leche
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