Protegiendo a los menores en internet
El abanico de peligros es amplio, desde el acoso a través de internet, el sexting y el grooming, el sharenting, la pornografía y otro contenido inadecuado, la adicción a las redes sociales, a los videojuegos o al contenido audiovisual digital, así como los peligros asociados a la seguridad y la privacidad en la red.
La primera forma de atajar estas amenazas consiste en hacer a los pequeños (que son los más vulnerables a ellas) conscientes de las mismas. Comunicar de forma clara los riesgos que conllevan determinadas actividades es el primer paso para evitarlos. Es importante, por ejemplo, transmitir los peligros que entraña el compartir contenido personal en la red, haciendo alusión a cómo este escapa de nuestras manos una vez lo subimos a internet. También conviene informar sobre la necesidad de desconfiar de extraños que quieran acceder a nuestros perfiles o ponerse en contacto con nosotros, así como sobre algunas de las estrategias más típicas de los delincuentes informáticos para acceder a dispositivos ajenos, para que los niños sean capaces de identificarlas si se topan con ellas. También conviene instruir en la necesidad de utilizar credenciales de inicio de sesión seguras y contraseñas robustas. Lo mismo con el uso de redes wifi públicas y abiertas: debemos dejar claro que se trata de redes poco fiables que no cuentan con las garantías adecuadas para una navegación segura y que solo pueden usarse ayudados con una VPN.
Es importante, además, avisar sobre lo necesario de cerrar sesiones una vez dejamos de utilizarlas (especialmente en ordenadores ajenos), y advertir de los peligros que encierran determinadas aplicaciones no verificadas descargadas en sitios no oficiales. Y por encima de todo, no podemos dejar de mencionar lo crucial de crear un clima de confianza y seguridad para que nuestros hijos puedan hacernos llegar cualquier incomodidad, comportamiento sospechoso o amenaza que sientan que llega por esta vía.
Existen también herramientas externas como sistemas de control parental incluidos en cada vez más dispositivos, o sistemas de antivirus y antimalware que pueden ayudarnos a blindar la navegación de nuestros hijos ante las amenazas más evidentes. En este sentido, será importante mantener siempre actualizadas las versiones de estos softwares, así como de los sistemas operativos y los navegadores que sepamos que nuestros hijos utilizan. No está demás, adicionalmente, familiarizarse con las tecnologías que utilizan y las plataformas más populares para sus franjas de edad. De esta forma sabremos mejor a qué atenernos cuando las usen y estaremos mejor preparados para hacer frente a posibles contratiempos.
Por último, es importante comentar también lo apropiado de poner ciertos límites a las actividades de nuestros hijos en internet, especialmente si son más jóvenes. En los bebés y los niños pequeños, directamente, no es aconsejable (por cuestiones de desarrollo intelectual y físico) que se acerquen siquiera a dispositivos electrónicos y pantallas —por mucho que esta sea la vía que utilizan algunos padres para mantenerles entretenidos—. Hasta la adolescencia no hay tampoco razones de peso que justifiquen el uso de plataformas como redes sociales o el acceso a internet de forma periódica. Y en cuanto a los adolescentes, ante la dificultad de normativizar y restringir el uso de unos servicios tan generalizados entre los chicos y chicas de esas edades (salvo quizás utilizando medidas limitaciones de tiempo de uso y contenido), no queda otra que mantener la vigilancia, crear climas de comunicación segura y confianza, e insistir sobre los peligros que acechan y sus consecuencias.
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