Rabietas infantiles: cómo aplicar la técnica de la distracción
Las rabietas infantiles, en ocasiones, resultan imprevisibles. Sin embargo, la paciencia se convierte en un recurso esencial para responder con empatía ante las emociones y necesidades del niño. Sin embargo, cuando tu hijo es muy pequeño, tal vez no comprenda con claridad el motivo por el que es mejor hacer una cosa en vez de otra. ¿Cómo actuar en ese caso para reorientar la situación? Existe una técnica sencilla que se utiliza habitualmente: la distracción se convierte en una herramienta clave.
Dirigir la atención del niño hacia una propuesta diferente
Para aplicar el método de la distracción es necesario añadir un elemento nuevo en el contexto en el que se produce la rabieta infantil para marcar un cambio de dirección. El nuevo estímulo debe presentarse como entretenido, positivo y agradable. Es decir, es recomendable seleccionar una idea que llame la atención del niño y capte su atención. De este modo, deja atrás la causa que derivó en el origen de la rabieta y dirige su atención hacia un fin diferente.
Las técnicas de distracción pueden aplicarse más allá de este campo, puesto que también se emplean en el ámbito terapéutico. La distracción también se utiliza en la visita al médico o al dentista para prevenir el estrés o aliviar cualquier molestia. La percepción de un posible riesgo o temor cambia en función de cuál es el foco desde el que se vive una situación.
Creatividad: busca alternativas seguras y accesibles
Con frecuencia, cuando se produce una rabieta infantil, el niño experimenta esta respuesta al encontrarse con un límite que pone freno a sus deseos. Sin embargo, como padre o madre puede que consideres que es importante alejar al niño de una idea concreta si supone un riesgo para él o no es lo más conveniente en un momento determinado. En ese caso, busca alternativas que sean accesibles.
Busca un nuevo tema de conversación
La técnica de la distracción supone introducir algún factor nuevo en la escena en la que se produce una rabieta. Este estímulo puede tener la forma de un juego, pero también puede materializarse a través de un cambio de lugar o, simplemente, a través de un nuevo tema de conversación.
En definitiva, puedes utilizar el diálogo, la palabra y los gestos para alinear la atención del niño con una cuestión que marque un punto de inflexión. Por ejemplo, puedes señalar un objeto concreto para llamar su atención. No solo es importante añadir un factor nuevo a la escena, sino que es esencial que busques la conexión emocional por medio del contacto visual. En relación con este asunto, conviene recordar que, como ocurre en muchas ocasiones, las opciones más sencillas pueden producir un efecto positivo. Por ejemplo, puede ser un buen momento para dibujar.
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