¿Qué hacer si tu hijo adolescente se encierra en su cuarto?

La búsqueda de espacios e instantes de soledad en el hogar es frecuente durante la adolescencia. Por ello, el dormitorio de un adolescente se transforma en un universo personal. Es decir, es un entorno de intimidad, un refugio y un lugar seguro. Aunque pasar más tiempo en el dormitorio es un rasgo habitual del comportamiento adolescente, como padre debes estar atento ante cualquier indicio que muestre un mayor aislamiento respecto al grupo de amigos o la vida familiar. ¿Qué puedes hacer si te preocupa que tu hijo esté tanto tiempo solo en su cuarto?

1. Respeta su espacio individual

En primer lugar, hay que partir de esta premisa: es esencial respetar el espacio propio del adolescente y aquello que representa para él. Por ejemplo, es posible que el cuarto esté decorado con imágenes de sus artistas preferidos. En esta etapa pueden surgir diferentes motivos de conflicto. Pero no conviene que el desorden del cuarto del adolescente se transforme en una discusión recurrente en el hogar.

2. Una habitación libre de pantallas: cuando el ordenador está en una zona común

Además de las necesidades específicas de la adolescencia, marcada por una mayor búsqueda de intimidad, la tecnología puede elevar el riesgo de aislamiento. ¿Cómo evitar que el adolescente se encierre en su cuarto frente a las pantallas? Además de establecer límites específicos de horarios y tiempo para prevenir el abuso, es aconsejable trasladar los dispositivos habituales a una zona común del hogar. Si el ordenador no está en el dormitorio del adolescente, sino en el salón, la perspectiva cambia.

3. Normas claras: no se come ni se cena en el dormitorio

Es esencial que respetes el espacio propio de tu hijo, pero eso no implica que haya que caer en la ausencia completa de límites. Y es que, los límites constructivos en la familia también favorecen la vida en común y la convivencia

4. Estate atento ante cualquier señal de aislamiento

¿Te preocupa que tu hijo se encierre en su cuarto de manera habitual? Hay algunas señales de alarma que es posible atender. Por ejemplo, el aislamiento se percibe desde una perspectiva más general cuando el adolescente modifica sus hábitos, abandona algunas de sus actividades preferidas y deja de quedar con sus amigos (o sale con menos frecuencia).

El aislamiento también puede materializarse a través de un punto de inflexión en el ámbito familiar marcado a través de los silencios, la incomunicación y la ausencia de rutinas compartidas. Quizá notes algún cambio en su estado de ánimo, en su alimentación o en su descanso.

5. Cultivar la comunicación familiar

¿Cómo reducir el riesgo de que cualquier miembro de la familia, no solo el hijo adolescente, se encierre en sí mismo? Desde el respeto a los espacios, necesidades y etapa personal, hay que trascender más allá de ese ángulo para buscar el encuentro, la conexión y el diálogo. Que tu hijo adolescente pase tiempo en su cuarto no es un motivo de preocupación o inquietud en sí mismo.

Pero ese gesto sí puede transformarse en una alarma que afecta a su bienestar y vida social si poco a poco se aleja de su entorno y cae en el aislamiento.

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