Humo de tercera mano: qué es y cómo afecta a la salud del bebé
Dejar de fumar es una decisión que cambia la vida de aquel que incorpora este hábito saludable. Sin embargo, los efectos negativos del tabaco pueden prolongarse más allá del instante en el que un fumador apaga su último cigarrillo. Algunas de las sustancias del tabaco también dejan huella en el hogar al integrarse en la ropa, paredes, textiles y muebles.
De este modo, se forma el humo de tercera mano, al que hace referencia el concepto que analizamos en este artículo. En consecuencia, quienes viven en un inmueble están expuestos a estos factores externos al tocar una superficie.
El humo de tercera mano permanece en el interior del hogar
Esta exposición también se produce a través del sentido del olfato. Los bebés, durante su proceso de crecimiento, interactúan con el entorno y están en contacto directo con el espacio en el que se encuentran. En la formación del humo de tercera mano también intervienen otros agentes externos presentes en el ambiente. Sin embargo, esta contaminación no desaparece definitivamente con la ventilación frecuente de las distintas estancias del hogar. Aunque después de abrir las ventanas, no se perciba el olor con la misma claridad. Cuando una persona decide dejar de fumar, puede encontrar numerosas razones para tomar la decisión definitiva.
Estos motivos constituyen una fuente de motivación para dar el paso. A esta lista de razones conviene añadir, también, el deseo de evitar este humo de tercera mano que, a pesar de parecer inexistente a simple vista, genera efectos negativos a largo plazo. Existen distintas superficies que pueden quedar dañadas por dichas toxinas. Las alfombras son un ejemplo de ello y los niños pueden estar en contacto directo con este tipo de tejido. Por ello, es recomendable limpiar con regularidad dichas superficies y los juguetes. Los niños también pueden estar expuestos a este ambiente contaminado más allá del hogar familiar.
¿Qué medida pueden adoptar las familias para tener un hogar libre de humos?
Por ejemplo, conviene solicitar a las visitas que, por favor, no fumen cuando estén en casa. Una medida que también deben adoptar quienes forman parte de ese hogar para que el interior no esté expuesto a los efectos negativos de este hábito.
El humo de primera mano es aquel que acompaña al fumador cuando fuma. El de segunda mano es el que afecta de manera negativa a los fumadores pasivos que, en algunos casos, son niños. Pero más allá de este binomio existe un tercer concepto que no debe pasar desapercibido para padres y madres.
Por otra parte, en caso de que en dicho hogar se haya fumado durante un tiempo, es posible contratar servicios especializados de limpieza ofrecidos por empresas del sector. Durante el último año, las familias han redescubierto los hogares y han identificado nuevas necesidades, al haber pasado tanto tiempo en casa. Pues bien, no solo es posible analizar la vivienda desde el punto de vista decorativo. La búsqueda del bienestar también está alineada con el cuidado diario de la salud. Por ello, es imprescindible evitar el humo de tercera mano que afecta todavía más a los niños pequeños, ya que ellos se encuentran en una etapa de crecimiento y desarrollo.
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