Psicología infantil: 6 falsas creencias sobre rabietas infantiles

Las rabietas infantiles forman parte del proceso de crecimiento. Sin embargo, pueden generar enormes desafíos en la vida familiar, especialmente, cuando se producen con frecuencia. ¿Cuáles son las falsas creencias que suelen surgir en torno a los berrinches de los niños? En Uno más en la Familia desarrollamos seis puntos clave.

1. Las rabietas son evitables

En ocasiones, los padres ponen sobre sí mismos el peso de una exigencia que no se alinea con la realidad de la crianza, la educación y la infancia. Las rabietas no son evitables, sin embargo, los padres sí pueden desarrollar recursos y estrategias para limitar su alcance o reducir su frecuencia. Por ejemplo, tú conoces muy bien a tu hijo, en consecuencia, puedes identificar en qué momento es más vulnerable ante la posibilidad de tener esta respuesta.

2. Más allá de la rabia

La razón por la que un niño tiene una rabieta no se alinea con un único tipo de emoción. En ocasiones, siente rabia y exterioriza su malestar interior a través de una reacción que puede ser desproporcionada cuando se interpreta desde la perspectiva adulta. Sin embargo, las rabietas también pueden estar ocasionadas por otras circunstancias como el agotamiento, el hambre o la tristeza.

3. El niño se comporta de ese modo para llamar la atención

Otra de las creencias que surge en torno a las rabietas infantiles es que los niños actúan de ese modo de manera intencional para llamar la atención del entorno más cercano. Sin embargo, la perspectiva es diferente. Sencillamente, el peque todavía no dispone de las herramientas y recursos para gestionar sus emociones de una forma más asertiva.

4. Solo algunos niños tienen rabietas

A veces, surge una tendencia habitual al interpretar el fenómeno de las rabietas. Algunas personas tienden a considerar que esta respuesta es más frecuente en niños con alguna característica particular como, por ejemplo, niños mimados. Es una creencia que tiende a señalar a los padres como responsables de los comportamientos de sus hijos. Sin embargo, como hemos indicado, las rabietas forman parte del proceso de crecimiento.

5. El niño no escucha ni hace caso

Desde tu punto de vista adulto, más allá de la experiencia vital acumulada, es muy posible que puedas identificar una situación en la que no pusiste atención a las palabras de otra persona por sentirte inmerso en tu propia emoción interna.

Por esta razón, si hablas con tu hijo en un momento en el que está alterado, no estableces una conexión significativa en un instante en el que pueda comprender tu mensaje. La rabieta no es eterna, tiene una duración temporal. Es decir, se calma con el paso de los minutos.

6. Las rabietas terminan con la edad

Es posible presuponer que las rabietas llegan a su fin en un momento determinado. El proceso de crecimiento sí es clave para que estos episodios se produzcan con menos intensidad y frecuencia. Sin embargo, incluso las personas adultas pueden tener reacciones similares de vez en cuando.

Las rabietas infantiles se producen de forma inevitable. La respuesta, el entendimiento y el acompañamiento de los padres puede marcar la diferencia en el bienestar infantil. La superación de creencias limitantes es determinante para potenciar la comprensión.

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