Principales características de los padres pasivos
Como sabes, existen diferentes estilos de crianza. Pero no todos ellos producen efectos positivos en los vínculos que los progenitores establecen con sus hijos. En ocasiones, el papel adoptado por el adulto se caracteriza por la falta de implicación en el establecimiento de normas y en la toma de decisiones. Quien adopta un rol pasivo no profundiza en torno a las causas de aquello que ocurre a su alrededor.
Observa desde la distancia lo que sucede, pero no se implica de forma proactiva en la rutina. Es un estilo de crianza que también incrementa las discusiones y diferencias en una pareja. Así sucede cuando uno de los dos delega en el otro toda la responsabilidad. Y no se ocupa habitualmente de tareas que le corresponden.
¿Cuál es el factor principal que se encuentra en la base de un estilo de crianza pasiva?
El miedo ante los conflictos y la dificultad para gestionarlos. En consecuencia, la pasividad se convierte en una forma de posponer decisiones y de afrontar desafíos. Pero algo no desaparece por el simple hecho de evitarse. Se comporta como si el paso de los días solucionase aquellos aspectos que, en realidad, requieren de su intervención directa. Como puedes imaginar, los conflictos generados por una crianza pasiva se intensifican con el paso del tiempo. En primer lugar, porque este tipo de crianza afecta a la autoestima, la confianza y el desarrollo personal del adulto. Y, por otra parte, porque produce un efecto negativo en la felicidad infantil. Además, interfiere en el fortalecimiento del vínculo afectivo.
Es un tipo de progenitor que también puede presentarse como emocionalmente ausente. Incluso cuando forma parte del mismo hogar, sus motivaciones, expectativas e intereses parecen encontrarse lejos del entorno en el que vive. En ocasiones, la falta de implicación se manifiesta en aspectos más concretos de la vida del niño. Por ejemplo, puede producirse un bajo nivel de participación del progenitor en el centro educativo al que asiste su hijo. En ese caso, no mantiene un diálogo frecuente con los profesionales para compartir información y conocer aspectos importantes de su tiempo en el aula.
Las dificultades son todavía más visibles en la adolescencia
Los padres pasivos no se implican verdaderamente en el cuidado de sus hijos, ni siquiera desde el punto de vista afectivo. Existe una distancia que puede producir una sensación de abandono en el menor. Es decir, es una forma de amor que deja carencias afectivas, añoranza y vacío. Ten en cuenta que las dificultades que plantea una paternidad pasiva se agravan todavía más en la adolescencia, ya que el adulto no defiende su propia autoridad. El niño no se ha sentido plenamente querido, aceptado y reconocido. Esto ha dejado una huella negativa en su autoestima. Por ello, puede buscar figuras externas que llenen el vacío que ha dejado un progenitor ausente.
La figura de un padre emocionalmente ausente puede dejar tanta huella en la memoria que algunos hijos que vivieron esta experiencia intentan evitar que la historia vuelva a repetirse cuando ellos forman su propia familia en la etapa adulta. Una circunstancia que conecta el pasado y el presente en el Día del Padre. Sin embargo, los errores cometidos por alguien que adopta un rol pasivo en la crianza, no le definen de forma directa como un mal padre. De hecho, la intención de algunas de sus acciones pudo ser positiva aunque el resultado fuese diferente.
Comentarios cerrados