Presión del grupo en niños: consecuencias y consejos de ayuda

El ser humano unifica su esencia individual y su naturaleza social a lo largo de la existencia. Una dualidad que también está presente en el niño. La presión del grupo tiene una influencia especial en esta etapa. Conecta con el miedo al rechazo y con el deseo de ser aceptado por los demás.

El grupo, desde una perspectiva positiva, aporta compañía, identificación y reconocimiento. ¿Pero qué ocurre cuando la expectativa individual no coincide con el punto de vista del grupo? En ese caso, el niño puede sentirte en la encrucijada de tomar una decisión que, de un modo u otro, le invita a posicionarse.

Cómo se manifiesta la presión del grupo en los niños

Pues bien, la presión del grupo puede interferir negativamente en la decisión personal y en el modo de obrar. Puede actuar como un límite a la propia libertad personal. La presión del grupo implica a aquellos que se perciben como semejantes e iguales. Por ello, está presente en los vínculos con los compañeros de clase o los amigos del barrio. En ocasiones, cuando los padres mantienen reuniones con los profesores del colegio se sorprenden con algunos de los comportamientos que su hijo tiene en el entorno educativo, ya que no coinciden con su modo de relacionarse en el ámbito familiar.

Pues bien, la presión del grupo es una de las variables que influye en este contexto. Un factor que no determina a todos los niños del mismo modo, puesto que, además de la situación personal, influyen los recursos que el protagonista posee para hacer frente a esa situación. Aunque la realidad está llena de matices, la vida social del niño se reduce, principalmente, a su entorno de referencia. Por esta razón, la percepción ante la presión del grupo adquiere una mayor dimensión en la infancia y la adolescencia que en la etapa adulta (aunque también puede vivirse en otras edades).

Cómo apoyar a los niños para afrontar y superar la presión del grupo

La presión del grupo es un tema universal que ha acompañado a diferentes generaciones. Por ello, puedes compartir autorrevelaciones con tu hijo para hacerle partícipe de anécdotas, experiencias y vivencias en las que tú mismo viviste esa situación. Por otra parte, apoyas a tu hijo para superar la presión del grupo cuando mantienes un contacto frecuente con el entorno educativo. De este modo, estás informado de aspectos que van más allá de su rendimiento académico.

Acompáñale en los diferentes escenarios que pueden producirse. Guíale en aquellos instantes en los que ha actuado de un modo inadecuado. Elogia su comportamiento cuando defiende su punto de vista más allá de la opinión de otras personas. Comparte valores que no ponen la felicidad en el deseo de agradar a los demás, sino en la coherencia con los principios aprendidos en la escuela y en el ámbito familiar. Principios que establecen una diferenciación entre lo que está bien y aquello que se aleja de esa perspectiva.

Tus decisiones no solo puede influir positivamente en la vida de tu hijo, sino también en su entorno próximo. Por ejemplo, las fiestas de cumpleaños deben representar un espacio de encuentro, relación y convivencia. En ningún caso deben derivar en una forma de exclusión como ocurre cuando únicamente algunos niños del aula no son invitados a la celebración. Eso no significa que haya que invitar a toda la clase, porque, en muchos casos, puede resultar un objetivo poco viable en la práctica. Pero el entorno familiar sí puede intervenir para prevenir cualquier situación que pueda derivar en una forma de aislamiento. Y padres y madres, en colaboración con el centro educativo, ocupan un lugar relevante en esta cuestión.

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