¿Por qué cambia el comportamiento de los niños en verano?

Muchos padres perciben un cambio en el comportamiento de sus hijos conforme avanzan las vacaciones de verano. Con frecuencia, llegan a la conclusión que se portan aparentemente peor que en el periodo académico. Sin embargo, es recomendable entender el contexto en el que se producen estas observaciones.

1. Cambio de rutinas y, en ocasiones, ausencia de un orden estructurado

Los niños siempre necesitan una rutina adaptada al momento en el que se encuentran. Aunque el tiempo estival sea diferente al calendario académico, también necesitan una organización diaria en relación con planes y horarios. En ocasiones, el cambio en el comportamiento pone de manifiesto el caos y el desorden con el que avanzan los días.

2. Una convivencia intensa en familia

Durante las vacaciones de verano también cambia la convivencia familiar. Los días adquieren una mayor intensidad puesto que hay más tiempo para compartir en común. Además, niños y adultos no tienen algunos de los planes habituales que llevan a cabo durante el año y se concentran principalmente en torno a la vida familiar. En este contexto, es frecuente que surjan dificultades que parecen más relevantes de forma temporal durante el verano. Una convivencia más intensa que también muestra un cambio en la propia realidad de los progenitores que viven verdaderos desafíos en el ámbito de la conciliación familiar.

3. Siempre hay alguien más permisivo en la familia

Durante el verano es frecuente que los niños disfruten de más tiempo en compañía de tíos, abuelos y amigos de la familia. Y, más allá del criterio que los padres quieren priorizar en la educación de sus hijos, siempre hay alguien del entorno que suele ser más permisivo con el niño. Cuando alguien más permisivo no tiene en cuenta el criterio de los padres también crea una interferencia en el mensaje que se transmite al niño.

4. Aburrimiento

Las causas del aburrimiento estival son diversas. En ocasiones, el niño no se siente conectado con el plan del momento, sencillamente, porque la agenda de las vacaciones parece más centrada en las preferencias de los adultos o porque el niño echa de menos los espacios de jugos con sus amigos. Crece el tiempo de ocio, en consecuencia, se crean expectativas más elevadas en el ámbito de la diversión y el entretenimiento. Pero la realidad también experimenta sus propios límites e imperfecciones.

5. Las altas temperaturas interfieren en el bienestar

Existen aspectos específicos de este periodo del año que inciden directamente en hábitos y rutinas que fortalecen el bienestar. Por ejemplo, las altas temperaturas afectan a la salud y hacen que sea más difícil conciliar el sueño. De este modo, las condiciones del entorno limitan el descanso infantil que, por otra parte, es una necesidad.

¿Por qué cambia el comportamiento de los niños en verano? Con frecuencia, los cambios no surgen de forma inmediata al inicio del periodo de descanso sino que empiezan a manifestarse conforme avanzan las vacaciones y la rutina previa queda desdibujada. Y la nueva rutina no es tan estable y ordenada sino que el niño convive con cambios frecuentes de horarios y lugares (los viajes son habituales).

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