Pérdidas de líquido amniótico
La bolsa amniótica es una membrana llena de líquido donde habita y se desarrolla nuestro bebé durante los nueve meses que dura la gestación. Es totalmente hermética para garantizar la total protección, tanto al niño como al cordón umbilical. De esta forma, además de crearle su propio espacio paradisíaco de supervivencia, lo protege de distintas infecciones u otros elementos externos que puedan perjudicar a nuestro pequeño.
Esta bolsa solo se rompe cuando llega el momento del parto. Por ello son muchas las mujeres, especialmente las primerizas, que temen no saber darse cuenta de que la bolsa se ha roto. Ya veréis como es totalmente identificable. Pero hay veces que, durante la gestación, se pueden producir pequeñas roturas o fisuras que provoquen pequeñas pérdidas de líquido amniótico y que puedan resultar casi indetectables, pudiendo confundirse con pérdidas de orina o flujo vaginal.
Como siempre te decimos, ante cualquier duda lo mejor es que consultes con tu ginecólogo o matrona, pero para que te asegures puedes seguir estos pasos:
- Colócate un paño o toalla limpia, especialmente de color oscuro, en la braguita (como si fuera una compresa). El líquido amniótico lleva restos blanquecinos o de sangre, por lo que lo podrás detectar enseguida.
- Haz pis y vacía tu vejiga totalmente, así te asegurarás de que no es orina.
- Anda y tose, si es una fisura, con el movimiento seguirán las pérdidas.
Si confirmamos que se trata de una pérdida, lo mejor es acudir de inmediato al hospital, especialmente si el líquido presenta un color oscuro ya que puede ser síntoma de que el bebé tiene algún problema. Si es una pequeña pérdida te ingresarán, tendrás que hacer reposo y, dependiendo de la causa de esa fisura, tomar antibióticos.
Vía | Ser Padres
Foto | Luis Alexander