Los peques confían ciegamente en los adultos
Todos los padres sabemos lo fácil que es engañar a un niño pequeño, aunque lo hagamos sólo por fomentar la ilusión. Nos creen cuando les contamos las historias más inverosímiles y se quedan boquiabiertos cuando les hacemos un pequeño truco de magia. Hasta que punto su inocencia les hace creer en lo que dicen los adultos, es lo que ha intentado evaluar un estudio realizado en la Universidad de Virginia y publicado en Psychological Science.
Para realizar el experimento se utilizaron dos tazas, una roja y una amarilla y una calcomanía. Los 32 niños de tres años participantes, se dividieron en dos grupos. Al primero sin decirles nada, el adulto les mostró como pegaba una flecha en la taza amarilla y después escondió la pegatina bajo la taza roja. Al segundo grupo, el adulto les dijo que estaba bajo la amarilla y nuevamente la ocultó bajo la roja. Todos los niños tenían que encontrar la calcomanía y si lo hacían se la podían quedar.
Tuvieron ocho pruebas con pares de tazas de distinto color. Los pequeños del primer grupo aprendieron enseguida que la flecha era un engaño y que su calcomanía estaba bajo la otra taza. Sin embargo, en el grupo al que se les decía que estaba en la equivocada, el resultado fue diferente. Los niños levantaban una y otra vez la taza que les indicaban, confiando en el adulto por mucho que comprobaran la mentira. De los 16 pequeños hubo 9 que no encontraron la calcomanía ni una sóla vez.
El autor del estudio Vikram K. Jaswal explica que, «Los niños han desarrollado un sesgo específico de creer lo que se les dice. Es una especie de atajo para evitar que tengan que evaluar lo que la gente dice. Es útil porque en la mayoría de ocasiones son los padres y los cuidadores los que dicen a los niños cosas que consideran verdaderas».
Como no podía ser de otra manera, todos los niños tuvieron su calcomanía al final del ensayo, hubieran o no logrado encontrarla.
Vía | Medline Plus
Foto | Flickr-AlanCleaver