Pensamiento mágico en niños: ¿Qué es y cómo se manifiesta?

Fantasía y realidad forman parte de dos universos diferenciados para el adulto, sin embargo, el niño puede mezclar ambos elementos en sus vivencias. La etapa del pensamiento mágico comienza a desarrollarse a partir de los 2 años, aproximadamente. Aunque no existe un momento universal que marque un punto de inflexión en todos los casos.

Puede comenzar en ese periodo y finalizar en torno a los 7 años. Como hemos comentado anteriormente, un adulto puede establecer una diferenciación clara entre fantasía y realidad. Como espectador, por ejemplo, sabes que algunos acontecimientos solo son posibles en el cine, donde existen los efectos especiales.

Creer que cualquier deseo puede hacerse realidad

Sin embargo, el marco de lo posible se extiende prácticamente hasta el infinito para el niño que percibe el entorno desde la perspectiva del pensamiento mágico. Esta etapa forma parte del desarrollo infantil. Desde este enfoque, cualquier deseo, por grande que sea, puede convertirse en realidad. Tiene una función positiva, puesto que el niño alimenta su creatividad y su imaginación. Existen creencias que están alineadas con este pensamiento mágico. Como, por ejemplo, la interacción con un amigo imaginario que se convierte en un compañero de juegos habitual.

Ten en cuenta que el niño se encuentra en una etapa de descubrimiento, y a través de este proceso, encuentra un sentido y una explicación a algunas de sus preguntas. La realidad exterior es cambiante y compleja. Y el pensamiento mágico aporta una aproximación al entorno, aunque sus respuestas puedan parecer poco lógicas. Los niños también pueden creer en la existencia de personajes frecuentes en los cuentos como las brujas, los animales que hablan o las hadas. Por otra parte, la ilusión de los Reyes Magos es una expresión de este pensamiento mágico que cada año acompaña a los peques durante el mes de enero.

Mezclar la fantasía con la realidad también implica confundir la apariencia con la esencia. Quizá el niño confunda un elemento determinado a partir de su aspecto. El pensamiento mágico también puede manifestarse en la etapa adulta, pero en este contexto, no tiene una función positiva. Una superstición es un ejemplo de ello. En ese caso, la persona no se responsabiliza de sus propias decisiones o de su felicidad, sino que busca una explicación externa a aquello que le ocurre. Convierte una suposición en una verdad.

La etapa del pensamiento lógico

El niño no se cuestiona si algo puede ser falso, no argumenta desde el pensamiento lógico porque todavía no se encuentra en esa etapa. Una misma situación puede percibirse desde distintas perspectivas. Cuando el peque se aproxima al pensamiento lógico, empieza a diferenciar entre fantasía y realidad.

Por ello, cosas en las que creía firmemente antes de ese periodo, ya no le parecen creíbles desde el momento en el que se encuentra. Este pensamiento, a diferencia del primero, está alineado con el razonamiento, la comprobación y la lógica.

Desarrollo #creatividad #felicidad