Pendientes para la recién nacida

Pendientes para la recién nacida

Escrito por: Sacra    29 junio 2009    2 minutos

Una de las tradiciones más extendidas en torno al nacimiento de los bebés es la de distinguir a las niñas de los niños poniéndoles los pendientes nada más nacer. Todavía hay madres que preguntan, en la misma clínica, si la propia matrona o cualquier enfermera les puede hacer los pertinentes agujeros a la pequeña a fin de sacarla de allí con su ‘identidad femenina’ a cuestas, como si ser mujer u hombre, dependiera de la decoración de tus orejas.

Durante muchos años se ha tenido la equivocada seguridad de que los recién nacidos no sentían dolor. Por lo tanto, perforarles el lóbulo no era más que un simple cosquilleo que entraba dentro del ritual de nuestra sexualidad. Hoy en día, afortunadamente, ya sabemos que los bebés sienten dolor del mismo modo que los adultos, lo que sucede es que su tiempo de reacción, debido a la inmadurez de su sistema nervioso, es algo más tardío, por eso no lloran en el momento del pinchazo haciéndolo unos segundos más tarde.

Como todo en la vida, cada uno tiene sus propios criterios, sus gustos personales y sus ejemplos a seguir. Afortunadamente disponemos de información suficiente y de un raciocinio, más o menos, equilibrado para optar por aquellas decisiones que consideramos mejor para nuestros pequeños, sean o no concordantes con la tradición o el uso social común. Por eso yo hoy sólo quiero dar mi opinión, una pequeña reflexión de lo que me parece una práctica totalmente obsoleta y que tiene, a mi entender, algún que otro inconveniente para nuestra pequeña.

  • Según el pendiente que elijamos se le puede enganchar en la ropa, en un juguete, en la mantita… pudiendo hacerle mucho daño en la oreja.
  • El tamaño del lóbulo es muy pequeño, por lo tanto es complicado hacerle el agujero en el centro, corriendo el riesgo de hacérselo en el borde de la oreja con los consiguientes problemas que acarrean.
  • Tampoco le encuentro mucho sentido que sea símbolo de distinción entre niño y niña, quizás porque considero que es mucho más fácil preguntarle a la madre, por ejemplo, el nombre (en el caso de que nos interesara).
  • Y sobre todo, para mí la más vital, es que son sus orejas y no las mías, con lo cual, ya desde su nacimiento debo empezar a respetar su privacidad y personalidad.

Pero ya sabemos aquello de que ‘para gustos los colores’.

Imágen | Pepe Colsa-Banco Imágenes

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