Las papillas de verdura, el primer paso con la comida salada
A no ser que nuestro niño presente algún tipo de intolerancia o problema de salud que le impida seguir las pautas recomendadas por el pediatra, será a la edad de 6 meses, más o menos, cuando nos aconseje entrar de lleno en la comida salada. Tras probar con el dulce de los cereales y las frutas, ahora toca dar un paso más y empezar a ofrecerle una gama más amplia de alimentos.
La papilla de verduras va a sustituir la toma o el biberón de mediodía y, como hicimos con las frutas, se las iremos ofreciendo de forma paulatina, de esta forma si presenta algún tipo de intolerancia o rechaza alguna de ellas, la podemos localizar de inmediato.
La primera verdura en probar, y que generalmente es la que más agrada, es la patata. Seguiremos por este orden: judías verdes, calabacín, zanahoria, cebolla, puerro, tomate y guisantes. A partir de los 7 meses probaremos con el champiñón y las acelgas. A los 8 meses, la berenjena, las espinacas y la calabaza. Y hasta el año olvídate de la col, coliflor, nabo, remolacha o coles de bruselas.
Las verduras deben ser naturales y del tiempo. Cuécelas durante 20 o 30 minutos y, al final, añádele una cucharadita de aceite crudo de oliva. En algunos casos también le puedes añadir una pizca de sal, aunque siendo tan pequeño no es aconsejable. También, y dependiendo del criterio de tu pediatra, puede añadir, a la cocción, un poquito de arroz, eso sí, que quede bien cocido y blandito. Y, casi al mismo tiempo, le iremos introduciendo la carne por este orden: pollo (a los 6 meses), ternera (a los 7 meses) y cordero (a los 8 meses).
Foto | Flickr – Christian Javan
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