Si los padres están estresados los niños comen mal
Cada vez son más los niños que presentan trastornos en la alimentación. Las causas son muchas y muy variadas, aunque la gran mayoría se deben a factores ambientales, cercanos o de educación que se pueden solucionar con cierta paciencia y grandes dosis de ternura. No debemos olvidar que en nuestra mano, la de los padres, está la de conseguir una buena educación nutricional para nuestros hijos.
Es normal que a lo largo del desarrollo de nuestro niño se vayan produciendo etapas en las que le va a costar aceptar ciertos cambios en su alimentación. Pasar de la lactancia a otros alimentos, del puré a los sólidos o cuando los niños se quedan a comer en el colegio, son momentos críticos en los que se pueden producir esos rechazos, pero también nuestro comportamiento en la mesa puede determinar ciertas aversiones ante el plato.
Una de esas situaciones que debemos evitar a la hora de la comida es el estrés. Comer con prisas, discutir o hacer de ese momento una cancha de debate puede resultar contraproducente en la educación, no solo emocional, si no también nutricional del niño. El momento de la comida debe ser placentero y tranquilo. Enseñar a los niños a disfrutar de la alimentación es necesario para que tengan un equilibrio en su menú y, por lo tanto, una salud mucho mejor.
También debemos revisar nuestras expectativas con respecto a las cantidades y sus gustos. Muy a menudo nos empeñamos en que coman dosis imposibles o les forzamos a comer ciertos alimentos que son rechazados por el pequeño. Hacerlo por la fuerza o con amenazas no nos va a llevar a ningún sitio, muy al contrario vamos a provocar en el pequeño un rechazo mucho mayor que se puede extender a otros tipos de alimentos. Es ahí entonces cuando vendría el verdadero problema alimenticio.
Vía | Las provincias
Foto | La voz