Padres: cómo superar la obligación de ser feliz en Navidad
La obligación de ser feliz parece estar muy interiorizada en la sociedad actual. La proyección de las redes sociales que pone el acento en la idealización de la rutina cotidiana es un ejemplo de ello. Sin embargo, ese imperativo se intensifica todavía más en un periodo como este. Especialmente, en familias con niños en donde el sentido de la propia alegría parece poner en el centro el noble deseo de que los peques pasen unos días inolvidables.
La felicidad no es auténtica cuando se convierte en un escaparate que cuida el exterior (pero no tanto la introspección y la inteligencia emocional). Más allá del tiempo en el que nos encontramos, como padre o madre mereces darte el permiso de sentir diferentes emociones y sentimientos en Navidad.
La felicidad permanente es un reto inalcanzable (incluso en las familias que respiran una mayor armonía)
Especialmente, es importante fomentar el pensamiento crítico para vivir la esencia de la celebración desde un contexto que también conecta con el plano personal. Y cada persona tiene sus circunstancias (así como tampoco es aconsejable ser ajeno a realidades complejas que ocurren en el entorno más cercano). La obligación de ser feliz en Navidad se vuelve una carga y un lastre para quien está más pendiente de aquello que se supone que los demás esperan de él (que de vivir su propia verdad interior).
Hay muchas creencias y mensajes que, aunque estén cargados de buenas intenciones, no se convierten en auténticos a partir del efecto de la repetición. Querer y poder, por ejemplo, no son dos conceptos sinónimos en absolutamente todos los casos. El optimismo tampoco es fácil de mantener en todo momento. Y tampoco existe una única visión sobre la felicidad. Pero tal vez puedas encontrarla en momentos concretos de la Navidad o en otros periodos del año.
Incluso las emociones y los sentimientos que parecen más distantes en esencia pueden vivirse en un mismo contexto. Por ejemplo, la nostalgia de la Navidad, que esconde cierta tristeza, no es incompatible con tener la capacidad de celebrar otros momentos en los que el presente se desvela en su máxima belleza. La felicidad como obligación permanente en Navidad o en otros instantes del año muestra a los niños una visión irreal de la vida.
Cómo superar la imposición de aparentar un estado de felicidad ante los demás
En primer lugar, viviendo y actuando desde el ser (en lugar de hacerlo desde el tener, desde las expectativas idealizadas o desde aquello que otros esperan). Acepta que la realidad es compleja, aunque los mensajes de autoayuda tiendan a simplificar incluso los escenarios más difíciles. La realidad es que, durante esta Navidad, tu proceso vital se enmarca en unas circunstancias concretas (que pueden ser muy diferentes a las de años anteriores o a las que viven otras personas).
Comparte con tu hijo tu autenticidad en la forma de vivir, sentir y comportarte más allá de las luces y el brillo del entorno. En Navidad también hay espacio para la queja, el desencanto o el sufrimiento.
Comentarios cerrados