El origen de las pesadillas en los niños

El origen de las pesadillas en los niños

Escrito por: Sacra    4 agosto 2014    2 minutos

Durante los primeros años de nuestro bebé parte del día y la noche la van a dedicar a dormir. Es como si a través del sueño fueran recargando energía para poder enfrentarse a todo lo que la vida les va a ir poniendo en su camino. Estas horas de sueño se irán acortando hasta conseguir que sólo sea en horario nocturno, salvo alguna pequeña siesta, cuando el niño descanse. Durante este tiempo su sueño será plácido y relajado hasta que alrededor de los 2 o 3 años que pueda aparecer alguna alteración, también conocida como pesadilla.

Parece que las pesadillas sólo las relacionamos con niños mayores y adultos, debido a su conciencia con el mal o con los miedos, pero es alrededor de esa edad cuando el pequeño ya va observando el mundo desde otra óptica, empieza a ser consciente de aquello que le asusta o le causa terror y es por la noche cuando, a través del sueño, se manifiestan en toda su plenitud. Pero ¿cuáles pueden ser esos motivos que aterroricen a nuestros niños?

A menudo estamos con los niños delante del televisor pensando que son demasiado pequeños para entender aquello que están viendo y, por lo tanto, creemos que no va a tener ninguna consecuencia. Grave error. La mente del pequeño va a ir captando todo aquello que está recibiendo desde la pequeña pantalla, y aunque no entienda lo que sucede, sí va a recibir una serie de estímulos y emociones que le causan angustia. Esto unido a una desbocada imaginación, hace que cualquier mínimo detalle se convierta en todo un infierno que se manifiesta durante el sueño.

Otro de los motivos que suelen llevar a los bebés a tener pesadillas son las situaciones tensas entre la familia. Cuando los padres discuten, se alteran o, en el peor de los casos, asisten a maltratos físicos, estos niños tienen alteraciones de sueño tan graves que, en muchos casos, es necesario recurrir a la ayuda de un especialista, ya que su descanso se vuelve imposible.

Entonces ¿qué podemos hacer? Los niños merecen vivir en un ambiente cálido, amoroso y tranquilo, así que evitemos cualquier tipo de enfrentamiento, al menos, delante de ellos. También debemos elegir con lupa el contenido de los programas de televisión que les ofrecemos. Si él descansa, nosotros también, y seguro que cuando sale el sol estamos todos mucho más relajados.

Vía | ABC del bebé
Foto | Cáscara de nuez

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