Ocho hábitos de alimentación para niños
Los hábitos de alimentación aprendidos durante la infancia constituyen una importante preparación para adoptar un estilo de vida saludable en la etapa adulta. En El Blog Infantil enumeramos algunos aprendizajes valiosos.
1. Comer sin la compañía de las pantallas
La televisión y los dispositivos electrónicos se convierten en una forma de distracción durante la hora de la comida. La atención no se centra en la receta presente en el plato, sino en un contenido externo que produce una forma de ruido visual en la cocina.
2. Comer en familia
Tal vez no sea viable adoptar esta rutina de forma permanente a lo largo de la semana. Pero sí es posible incorporar su esencia a aquellos momentos en los que padres e hijos pueden encontrarse en torno a la mesa. Por ejemplo, en la hora del desayuno o en la cena.
3. Mantener una rutina de horarios
Los hábitos están vinculados con el efecto positivo de una costumbre. Por ello, es importante dar un tiempo y un espacio a la alimentación. Es recomendable no modificar de forma significativa la planificación habitual durante el fin de semana o en vacaciones.
4. Beber agua
Existe un amplio catálogo de bebidas que pueden complementar un menú. Sin embargo, el agua es la opción por excelencia. Aquella que debe disfrutarse de forma habitual.
5. No convertir algunos alimentos en un premio
Y, del mismo modo, tampoco deben tratarse como un posible castigo. La visión de la recompensa, o la perspectiva opuesta, influyen en la relación que el ser humano establece con la comida. Es posible caer en la contradicción de enviar un mensaje equivocado en torno a la alimentación.
6. Lavarse las manos antes de comer
Los momentos en torno a la mesa pueden analizarse desde distintas perspectivas. Por ejemplo, la comunicación familiar está muy presente en este contexto. Por otra parte, la gastronomía también forma parte de celebraciones que muestran la naturaleza social del ser humano. Por ello, el niño puede aprender normas de protocolo y rutinas concretas. Lavarse las manos es un gesto saludable.
7. Comida casera
Los platos de cocina casera están elaborados con ingredientes cuidadosamente seleccionados. Por otra parte, el niño también puede colaborar en la preparación de elaboraciones sencillas. Cocinar en familia es un hábito saludable que alimenta los vínculos afectivos y una relación positiva con la comida.
8. Comer despacio
Después del tiempo invertido en la preparación de un menú, llega el momento de probar sus sabores. El disfrute de los alimentos va más allá de esta perspectiva, también conecta con los aromas, la vista y las texturas. Una de las tendencias que pone en valor la importancia de la calma en torno a la mesa es el mindful eating.
La atención plena, en ese caso, refuerza la tranquilidad y la alimentación consciente. Por ejemplo, cuando el niño come despacio también identifica las señales de su cuerpo. Y, de este modo, tiene en cuenta sus propios límites en relación con la sensación objetiva de hambre.
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