No es bueno abusar de los medicamentos infantiles para frenar la fiebre
Hemos entrado, de lleno, en la época invernal en la que es normal que proliferen los constipados. Mocos, toses y alguna que otra décima de fiebre suelen ser síntomas de que los virus andan proliferando a sus anchas por los cuerpos de nuestros niños. Es por ello que los padres solemos tener un arsenal de medicamentos, aconsejados o no por el pediatra, con el que combatir, al primer síntoma, los tan odiados malestares. Algo que, en muchos casos, es un grave error.
Cuando un niño tiene fiebre nos está alertando de que una invasión vírica se está produciendo, pero la fiebre funciona como escudo protector para la proliferación de estos «bichitos», cortarla de raíz puede ser contraproducente ya que vamos a producir que este periodo de enfermedad se prolongue más en el tiempo. Por eso es importante, según nos explican desde la Asociación Española de Pediatría, que los padres perdamos el miedo a la fiebre.
De igual modo sucede con los jarabes antitusivos que les ofrecemos en el mismo instante en el que se produce la primera reacción. La tos es un mecanismo de defensa que tiene nuestro organismo para liberar los mocos que se instalan en los bronquios, por lo que parar ese proceso, puede empeorar la situación del niño. Además, la mayoría de estos jarabes contienen ingredientes que les pueden provocar decaimiento y un estado de sopor más acusado que el de la propia enfermedad.
Otro de los grandes medicamentos que solemos ofrecer a nuestros pequeños durante los procesos catarrales son los mucolíticos que, según los pediatras, su eficacia es muy baja, de hecho no lo son más que el agua o los lavados con agua marina. Algo parecido pasa con los broncodilatadores, como el Ventolín, que pueden ayudar a que el niño respire mejor pero no cura la enfermedad, además tiene unas contraindicaciones bastante graves que se suelen desconocer, como la aceleración en el ritmo cardíaco.
Es por ello que, como siempre decimos, lo mejor es acudir a nuestro pediatra antes de tomarnos la libertad de medicar a nuestro niño. En muchas ocasiones estos pequeños resfriados remiten con los mínimos cuidados.
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